lunes, 15 de julio de 2013

El relojero ciego, apología del evolucionismo darwiniano incontestable.


Cuando apareció formulada la teoría de la evolución, titulada originalmente en su primera edición: <El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida> hace ya ciento cincuenta y cuatro años, muchas personas reaccionaron airadamente, porque creían ver en ella una terrible amenaza para su fe religiosa. 
La comunidad científica fue más cauta y se dividió entre quienes se adhirieron con entusiasmo a lo que proponía Darwin y quienes mostraron un marcado escepticismo conservador.
Los años fueron acumulando pruebas, poco a poco los escépticos cedieron, y la Biología experimentó el gran avance que conocemos en la actualidad. Pero entre el público no especializado quedaron círculos muy amplios en los que todavía la obra de Darwin, y el evolucionismo que de ella se deriva, es objeto de amplio debate y de ásperas controversias.



Fragmento de The Blind Watchmaker
<El relojero ciego> de Richard Dawkins.

COMUNICADO DEL CONSEJO DE SABIOS DE LOS SERES CIEGOS, PRESIDIDO POR LOS MURCIÉLAGOS: 

Hay animales, llamados hombres, que son capaces de utilizar unos rayos inaudibles denominados «luz», descubiertos recientemente, y objeto todavía de desarrollos militares de alto secreto, para circular. 
Estos, por otra parte, humildes seres humanos, son casi totalmente sordos; bueno, pueden oír en cierta medida, e incluso proferir algunos gruñidos profundos pronunciados con extremada lentitud, aunque sólo usan estos sonidos con propósitos rudimentarios como el de comunicarse entre ellos, y no parecen ser capaces de usarlos para detectar objetos, ni siquiera los muy grandes, en su lugar utilizan órganos muy especializados llamados «ojos», que aprovechan los rayos de «luz». 

El sol es la principal fuente de rayos de luz, y los seres humanos consiguen utilizar de manera admirable los complejos ecos que rebotan en los objetos cuando los rayos de luz chocan con ellos. Poseen un ingenioso dispositivo, denominado «cristalino», cuya forma parece calculada matemáticamente para desviar estos rayos silenciosos de manera que se produzca una equivalencia exacta, punto por punto, entre los objetos del mundo y una «imagen» de éstos, sobre una capa de células llamada «retina». 
Las células retinianas humanas son capaces de transformar la luz en (podría decirse) algo «audible», de una manera misteriosa, y transmiten su información al cerebro. Nuestros matemáticos han demostrado que es teóricamente posible, realizando correctamente unos cálculos complejos, navegar sin peligro utilizando estos rayos de luz, de una manera tan eficaz como se hace ordinariamente utilizando los ultrasonidos, y en algunos aspectos ¡incluso más!
 Pero... ¿quién hubiese pensado que un humilde ser humano pudiese hacer estos cálculos?...





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