jueves, 19 de septiembre de 2013

Véneto: un idioma y una variante del italiano


El Véneto (en italiano: Veneto; en véneto: Vèneto, en friulano: Venit; en ladino: Veneto) es una región en el noreste de Italia de 4.920.507 habitantes que tiene como capital Venecia. Tiene una superficie de 18.391 km2 y es la octava región más extensa del país. 

El idioma veneciano o véneto (en veneciano: vèneto o también léngua vèneta) es una lengua romance, hablada por 2.210.000 personas. La mayor parte de los hablantes de véneto se encuentra en las regiones de Véneto y en unas zonas de Friuli en Italia, existiendo minorías en Eslovenia y Croacia. A pesar de que a veces es referido como un dialecto del italiano, no proviene del idioma italiano, puesto que el véneto posee su propia morfología, sintaxis y léxico. En cambio el dialecto veneciano es una variante del italiano que sigue las reglas gramaticales de ese idioma y la fonética veneciana. 

Los dialectos vénetos están clasificados como idioma romance italo-occidental. Los filólogos distinguen entre distintos grupos de dialectos: oriental o costero (Venecia), central (Padua, Vicenza, Polesine), occidental (Verona), nor- central (Treviso) y septentrional (Belluno, Feltre, Agordo, Cadore, Zoldo Alto). Todos los dialectos son mutuamente inteligibles hasta cierto punto. 

En el Véneto, además del italiano, en su variante veneciana, y del véneto, se habla ladino en partes de la provincia de Belluno, especialmente en los municipios de Cortina d'Ampezzo, Livinallongo del Col di Lana y Colle Santa Lucia. Se habla también un dialecto alemán en Sappada (Pladen en alemán). Además, en la zona que se encuentra alrededor de Portogruaro se habla friulano. 

El Consejo Regional de Véneto reconoció oficialmente el "véneto" como lengua el día 28 de marzo del 2007 por el Consejo Regional de Véneto al aprobar la ley de tutela e valorizzazione della lingua e della cultura veneta con el acuerdo de casi todos los partidos de gobierno y oposición.



jueves, 12 de septiembre de 2013

Propóleos

D.R.A.E.
propóleos. (Del lat. propoleos, genit. de propŏlis).

1. m. Sustancia cérea con que las abejas bañan las colmenas o vasos antes de empezar a obrar.





Plinio el Viejo llamó própolis a la cera con la que las abejas recubren la entrada de las celdas de sus panales.



Los griegos llamaban própolis a las puertas de una ciudad, voz formada por el prefijo pro- y polis 'ciudad'. Más tarde, Plinio empleó esta palabra en latín para darle nombre a la cera –extraída de las yemas de los árboles– con la que las abejas recubren la entrada de sus colmenas a fin de protegerlas contra hongos y bacterias. El genitivo de esta palabra en latín era propoleos, forma en la cual llegó a nuestra lengua.

Las propiedades antibióticas y fungicidas de esta sustancia, que en nuestra lengua se llama propóleos, eran conocidas desde la más remota Antigüedad por los sacerdotes egipcios, por los médicos griegos y romanos, y también por algunas culturas sudamericanas.

Ciertamente, propóleos está vinculada a través de polis con muchas otras palabras de nuestra lengua, tales como político 'relativo a la ciudad', metrópolis 'ciudad madre' y policlínica 'establecimiento de salud pública para la atención de una ciudad'.

Cabe añadir que polis proviene del sánscrito pur 'ciudad fortificada', que se encuentra en el nombre de Singapur 'ciudad de los leones'.

Fuente: Ricardo Soca.

martes, 10 de septiembre de 2013

El masculino referido a ambos sexos, y el signo @ en el género gramatical.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Uso del masculino en referencia a seres de ambos sexos.




1.- En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: 
"El hombre es el único animal racional; El gato es un buen animal de compañía"

 Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: 
"Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos" (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). 

Así, con la expresión <los alumnos> podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas
A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: 
«Decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras»

Se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo —y debió— decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros.
Solo cuando la oposición de sexos es un factor relevante en el contexto, es necesaria la presencia explícita de ambos géneros: 
"La proporción de alumnos y alumnas en las aulas se ha ido invirtiendo progresivamente; En las actividades deportivas deberán participar por igual alumnos y alumnas" 

Por otra parte, el afán por evitar esa supuesta discriminación lingüística, unido al deseo de mitigar la pesadez en la expresión provocada por tales repeticiones, ha suscitado la creación de soluciones artificiosas que contravienen las normas de la gramática: 
"las y los ciudadanos"

2.- Para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y ciudadanas, etc.), ha comenzado a usarse en carteles y circulares el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en:  "Día del niñ@", donde la contracción "del" solo es válida para el masculino niño.



viernes, 6 de septiembre de 2013

Ultracorrección



DRAE:

ultracorrección.

1. f. Deformación de una palabra por equivocado prurito de corrección, según el modelo de otras. 

Por ejemplo: inflacción por inflación (por influjo de transacción, lección, etc.)



Todos quisiéramos hablar y escribir de acuerdo con los cánones de la variante más prestigiosa de la lengua —el estándar consagrado en la enseñanza, en la administración, en la prensa y en la literatura— pero es bueno no exagerar porque, a veces, ese deseo puede llevarnos a cometer un exceso, un error llamado ultracorrección, que Fernando Lázaro Carreter definía así en su Diccionario de términos filológicos: 


"Fenómeno que se produce cuando el hablante interpreta una forma correcta del lenguaje como incorrecta y la restituye a la forma que él cree normal. [...] Los lingüistas españoles prefieren el término ultracorrección al de hipercorrección, usado por los lingüistas alemanes, ingleses y franceses."


A ultracorrección hay que atribuir pronunciaciones como Bilbado, expléndido, périto y buevo (huyendo de güevo). 

Cabe destacar que la ultracorrección es un error y, por tanto, no es recomendable usar términos como ultracorregir o ultracorrecto, que parecen sugerir algo que sería más que correcto, cuando se trata, precisamente, de lo contrario. 

Corregir proviene del latín corrigere, que se deriva de regere 'regir', 'gobernar', 'guiar', 'conducir'.

Fuente: Ricardo Soca.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Las células gliales y la genialidad de Einstein.


En 1955, tras su muerte, se llevó a cabo la autopsia del cuerpo de Albert Einstein. Su hijo dio permiso al doctor Harvey, presitigioso anatomopatólogo que la realizó, para que preservara el cerebro de su padre antes de incinerar el cuerpo. 
El órgano del genio fue entonces 'loncheado' en 240 bloques que, a su vez, se laminaron en 2.000 secciones finísimas para ser conservadas y estudiadas. 
El doctor Harvey lo estudió profundamente durante años, y también envió muchas muestras del mismo a investigadores de todo el mundo, para que intentaran descubrir las posibles causas biológicas de la genialidad de la mente privilegiada de Einstein. 

Marian Diamond, de la Universidad de California, fue la primera en darse cuenta de que, la causa del elevado cociente intelectual de la mente del prestigioso científico se debía al alto índice glial de varias de las áreas de asociación cerebrales responsables de las funciones intelectuales superiores. Diamond confirmó así, que la capacidad intelectual es directamente proporcional al índice de células gliales del cerebro.

Un cerebro humano dispone de unos cien mil millones de neuronas, y por cada una de esas neuronas hay una media de diez glías. Es decir, un cerebro humano, con un cociente intelectual dentro de la media, alberga un billón de células gliales. El aumento de esa proporción típica de diez a uno entre células glía y neuronas, es directamente proporcional al aumento del índice de la capacidad intelectual humana.




Las glías son células imprescindibles para la formación, desarrollo, regulación, nutrición, mantenimiento, movilidad y funcionamiento de las neuronas. Se comunican con ellas continuamente, e incluso coordinan su actividad en muchas partes del cerebro. 

Cuidan también del espacio inter-neuronal, eliminan desechos, regulan la distribución y concentración de sodio, potasio y calcio, y de la mayoría de neurotransmisores. E incluso eliminan las células muertas fagocitándolas.

En otras palabras, en el mismo instante en que nace una neurona, varias glías se ponen a su servicio como asistentas personales durante toda su vida. 

Ejercen de niñeras de su neurona, velan por su crecimiento, regulan su alimentación, se ocupan de su aseo y de su bienestar. Establecen sus periodos de activación y reposo. Estimulan y arbitran las relaciones con las demás neuronas. 

Son además metódicas y persistentes educadoras que, enseñan a las neuronas a controlar sus estados potenciales y a ejercer su trabajo de activación y disparo para recibir y trasmitir información en la extensa red de la que forman parte. 

También son enfermeras que velan por la salud de sus protegidas, reparan sus estructuras dañadas, fomentan la reposición de organelas, eliminan y resuelven mal-funciones celulares, y reponen proteínas y sustancias necesarias allá donde se necesitan. 

Se comportan, en fin, como “madres consejeras”, fomentando o inhibiendo la actividad celular según convenga, regulando la afluencia y concentración de neurotransmisores. 

E incluso actúan, en última instancia, como diligentes y entregados empleados de funeraria, eliminando desechos y células muertas a las que fagocitan.


Existen varios tipos de células glía especializadas en funciones concretas de asistencia a las neuronas: los astrocitos, las glias de mielinización y las células no neuronales.




Los astrocitos son los más frecuentes, están distribuidos por todo el espacio inter-neuronal entre los vasos sanguíneos, con los que establecen un estrecho contacto y comunicación. Proveen de nutrientes a las neuronas absorbiendo glucosa, de esos vasos sanguíneos con los que interactúan, y transformándola en ácido láctico, que luego envían a la neurona para que lo aproveche obteniendo energía de él. 

Regulan también el crecimiento de las neuritas (dendritas y axón), estableciendo si han de crecer o no, y en qué medida deben hacerlo, o hacia dónde deben expandirse, y con qué otras neuronas deben formar sinapsis. 

Por otra parte regulan el contenido químico del espacio extracelular cubriendo las uniones sinápticas para evitar la dispersión de neurotransmisores, eliminando además algunos de ellos, y bloqueándolos cuando es necesario. 

Controlan continuamente las concentraciones de potasio extracelular mediante bombas y canales existentes en su membrana. Y regulan los niveles de calcio interactuando con el glutamato, e influyendo en todas las neuronas de las proximidades.

Las glías de mielinización (oligodendrocitos en el SNC y células de Schwann en el SNP), a diferencia de los astrocitos, se responsabilizan de la síntesis de la mielina, con la que forman una vaina que recubre y aísla la superficie exterior de los axones, entre nódulos de Ranvier, aislamiento que posibilita la rápida transmisión de los impulsos eléctricos que constituyen el potencial de acción (la información operativa de las neuronas) sin que haya pérdidas de señal y sin que se vean afectadas por interferencias externas.

Por último existen las células no neuronales, que pueden ser de dos tipos: 

Las células ependimales, que recubren la superficie del sistema ventricular que contiene los plexos coroideos; donde se produce el líquido cefalorraquídeo. Estas células guían la migración celular durante el periodo de desarrollo cerebral.

Y el otro tipo son las microglías, células que participan en la defensa inmunitaria cerebral fagocitando desechos y células muertas.


Las glías son esas grandes desconocidas, ellas posibilitan la existencia y la actividad de las neuronas, hacen el trabajo más complicado entre bambalinas, trabajando sin descanso en los entresijos del cerebro, eclipsadas sin embargo por las neuronas; las grandes protagonistas del show cerebral. 

Pero sin las glías, las neuronas y por ende la inteligencia humana, no existirían.


Dibujo de Ramón y Cajal, de las células del cerebelo de un pollo. Madrid, 1905.