martes, 30 de abril de 2013

La germanía y el caló.


germanía. (Del lat. germānus, hermano).

1. f. Jerga o manera de hablar de ladrones y rufianes, usada por ellos solos y compuesta de voces del idioma español con significación distinta de la verdadera, y de otros muchos vocablos de orígenes muy diversos.
2. f. amancebamiento.
3. f. En el antiguo reino de Valencia, hermandad o gremio.
4. f. coloq. Alb., And. y Cuen. Tropel de muchachos.
5. f. germ. Clase de rufianes.

La germanía es la jerga usada por presos, criminales, etc. El término germania significa 'hermandad' en catalán (hermandades gremiales), y proviene de la palabra catalana germà, la cual tiene a su vez etimología en el latín germānus, que significa 'hermano mayor'. 
El nombre se remonta a ciertas comunidades valencianas (España) destacadas por su rebelión contra la nobleza local en el siglo XVI, pasando luego a denominar su jerga. La jerga hablada por los delincuentes de otros países recibe otros nombres; por ejemplo, el lunfardo en Argentina.

Se ha de tener en cuenta que la germanía originalmente, ni debe ser considerada jerga ni proviene directamente del latín (aunque sí de una lengua de raíz latina) y su trayectoria es mucho más amplia, terminando su deriva en el caló gitano. El caló, también conocido como zincaló o romaní ibérico, es una lengua variante del romaní, donde se encuadra dentro del grupo septentrional, subgrupo ibérico/occidental, utilizada por el pueblo gitano, fundamentalmente en España, que no tiene una distribución territorial fija. Lo habla una población estimada de entre 65.000 y 170.000 personas en España, Francia, Portugal y Brasil. Posee una marcada influencia de las lenguas romances con las que convive, fundamentalmente del castellano y, en mucha menor medida, del euskera, que no es lengua romance.

La primera dificultad que existe al acercarse a este término es averiguar los límites que presenta con el caló, o lengua propia de los gitanos españoles. La germanía es definida como jerga especial de los delincuentes y, aunque antes del XVIII los dos lenguajes se mantuvieran diferenciados, a partir de entonces se confunden.


El elemento gitano provocó la disolución de la germanía. Cuando este pueblo llegó a España, entró en contacto con las comunidades delincuentes que vivían al margen de la sociedad común, sus lenguajes se influyeron mutuamente y si en la germanía de los s. XVI y XVII los gitanismos son casi desconocidos, en la actual predominan. 
Aunque no se haya formado una sociedad única, gitano-delincuente, la lengua señala esta unión, ya que en la actualidad puede afirmarse que la germanía no se conoce con tal nombre, sino con el de << caló jergal  >>. 

Son ejemplos de términos usados indistintamente: 
  • 'birlesca', junta de ladrones. 
  • 'garfiñar', hurtar.
  • 'erdicha',  pobreza. 
  • 'bondi', problema.
  • 'brillo', azúcar.
  • 'carpuseando', mirando a alguien con intención de tener relaciones sexuales. 
  • 'coche', homosexual pasivo.
  • 'gato negro', sirviente.
  • 'mangangá', tonto.
  • 'merluza', cocaína.
  • 'sapo', candado.
  • 'verduga', mujer, esposa. 
Aunque muchas de las palabras y expresiones anotadas tienen un uso efímero, ya que cuando pasan a ser comprendidas por otras personas, especialmente por la policía, dejan de emplearse y son reemplazadas. Esto hace de la germanía una jerga en permanente transformación.

viernes, 26 de abril de 2013

Pomada



Definida por el Diccionario como «mixtura de una sustancia grasa y otros ingredientes, que se emplea como cosmético o medicamento», pomada se deriva del latín poma, plural neutro de pomum 'fruta de carozo'. 

Los romanos llamaban así a las frutas de mayor tamaño, pero no a las más pequeñas —las uvas, por ejemplo—, como demuestra la frase de Ovidio: nec pomo feta nec uvis(que no dé frutas ni uvas). 

En las lenguas romances, pomum y sus derivados se especializaron para denominar a la manzana, como ocurrió con el vocablo castellano poma, el francés pomme o el italiano pomello. La papa o patata se llama pomme de terre en francés, y pomo de terra (manzana de tierra) en italiano. En esta última lengua, el tomate se llama pomodoro o, coloquialmente, pomidoro (manzana de oro). 

Relata Fernando A. Navarro que en la Italia renacentista se preparaba un cosmético con aroma de manzana, llamado pomata, muy apreciado por los franceses, quienes adaptaron su nombre como pommade y así lo difundieron al resto del mundo. Con el paso de los años, el nombre del antiguo cosmético del Renacimiento se fue extendiendo a todo tipo de ungüentos, principalmente medicinales.

Fuente: Ricardo Soca.

jueves, 25 de abril de 2013

La memoria. I



La red neuronal, sobre todo las redes de la corteza cerebral, son la base de todo el conocimiento y de toda la memoria. Se forman a lo largo de la vida con la experiencia por el establecimiento de conexiones entre neuronas.

Entre neuronas que pueden estar agrupadas en grupos pequeños, sobre todo en las zonas primarias sensoriales y motoras que pueden llamarse módulos. Es decir, los módulos están en la base. Es el ver, es el tocar, es el oír, es el moverse, pero la conciencia del conocimiento, y la conciencia de la memoria, está en la red. Que es la agrupación.

El código de la memoria; el código del conocimiento, es un código de relaciones. Lo más cercano que hay a ello, desde el punto de vista psicológico, es la psicología de la Gestalt; la psicología de la forma.
Una cosa se ve, tiene sentido y significado por las relaciones entre sus partes. Pero el total, el significado de aquel objeto, lo definen las relaciones entre las partes, y no es reducible a las partes en sí. Es decir, que el todo es mucho más que la suma de las partes.


Una neurona en un grupo celular, puede ser parte de muchísimas redes, y la estructura de la neurona no nos indica qué pasa con el conocimiento, porque el código de la cognición es un código relacional a nivel de la red. Y es irreducible a las partes. Es decir, sería como pretender entender el significado de lo que dice una carta escrita estudiando la composición química de la tinta. No la entenderás nunca porque el lenguaje escrito o hablado es un lenguaje relacional, es un código relacional: relaciones entre letras, entre palabras, entre significados semánticos. Es decir, no se puede reducir a sus partes mínimas.

Mis memorias son distintas de las tuyas porque las relaciones se han formado de modo distinto con elementos aleatorios que son distintos para mí y para ti, pero compartimos ciertas redes en común, que son las redes de la cultura, el ambiente en que hemos vivido, las leyes del léxico, del lenguaje.

Eso queda, y está por encima de todo, porque es el resultado de la repetición de redes más pequeñas, que están en la base de esas redes. Están organizadas de modo jerárquico. A nivel más bajo está la memoria sensorial, motora, primaria. Esta sí que se puede reducir a módulos, pero cuando nos salimos de allá y subimos a las zonas asociativas de la corteza, la memoria se va haciendo más interconexa, más compleja, más amplia y más difusa. Esto también le da solidez, porque pueden perderse algunas de las vías de acceso a ella, pero otras quedan.

Cuando no recuerdas el nombre de una persona, empiezas a tantear en tu mente las distintas circunstancias en que la has visto para poder enganchar con aquella asociación y aquello te lleva a ello. Desgraciadamente, de todos modos, a veces, cuanto más buscas, menos recuerdas. Esto es el factor emotivo, la inhibición que te hace olvidar algo que no quisieras recordar.

El conocimiento perceptual, supuestamente, está en la parte posterior de la cabeza, y se distingue el Ejecutivo, del cognitivo, complejo, por el que guías realmente el quehacer de cada día.
En líneas generales es así. Hay relaciones muy íntimas entre los dos sectores, como es natural, porque los dos participan en el ciclo percepción-acción. Percibo y esto educa, informa, mi acción. Mi acción produce cambios en el medio ambiente. Y estos los percibo. Con lo cual se realimenta el sistema.

Cuando percibes una persona amiga que, además, es muy bella y muy inteligente, esto lo percibes supuestamente con tus redes neuronales de la corteza posterior, sobre todo de con esas redes. Y también con líneas de influjo de los centros emocionales del cerebro y de la estética. Estos colorean tu visión de aquella persona y, además, se relacionan con la memoria que tienes de aquella persona, o de otras parecidas, para informar cómo tienes que reaccionar en aquel momento a aquella persona. Entonces entran en función las redes anteriores de la corteza frontal, que informan y modulan tu conducta, tu lenguaje.

El cerebro es la interfase que hay entre nosotros y el medio ambiente. En el curso de la evolución, la corteza, sobre todo, se ha desarrollado muchísimo. Y en el ser humano ha adquirido propiedades muy peculiares que le permiten dos cosas fundamentales: una es el lenguaje, es un medio de ajuste al medio ambiente, y la otra es la predicción.

Es decir, que todas las funciones que llamamos ejecutivas, todas tienen un futuro, todas: la memoria de trabajo, el planeamiento, la toma de decisiones y la conciencia creadora.


Joaquim Fuster. (Psiquiatra).



Cerebro: Memoria, percepcion y atencion por raulespert


Cerebro adolescente: Memoria y creatividad por raulespert


Cerebro y emociones: Memoria emocional por raulespert

martes, 23 de abril de 2013

¿Qué es, y qué se entiende por CULTURA?



cultura.  (Del lat. cultūra).
  1. f. cultivo.
  2. f. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.
  3. f. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
  4. f. ant. Culto religioso.
El término cultura proviene del latín 'cultus' que, a su vez, deriva de la voz 'colere', que significa cuidado del campo o del ganado.

En el siglo XIII, el término se empleaba para designar una parcela cultivada pero, tres siglos más tarde, el susodicho término cambió su significado para referirse ahora a la acción en sí, es decir, al cultivo de la tierra o el cuidado del ganado, más o menos en el sentido en que se emplea en el español de nuestros días en vocablos tan usuales como: agricultura, apicultura, piscicultura y otros. 
A mitad del siglo XVI, el término volvió a cambiar su significado adquiriendo una connotación metafórica, como: 'el cultivo de cualquier facultad'.
Pero la acepción figurativa de cultura no se extenderá hasta el siglo XVII, cuando también aparece en ciertos textos académicos.
El Siglo de las Luces (siglo XVIII), es la época en que el sentido figurado del término, como "cultivo del espíritu", se impone en amplios campos académicos. 
Con el paso del tiempo, por cultura, se entenderá la formación de la mente. Es decir, se convierte nuevamente en una palabra que designa un estado, aunque en esta ocasión es el estado de la mente humana, y no el estado de las parcelas.

Para Jean Jacques Rousseau:

"la cultura es un fenómeno distintivo de los seres humanos, que los coloca en una posición diferente a la del resto de animales. La cultura es el conjunto de los conocimientos y saberes acumulados por la humanidad a lo largo de sus milenios de historia"

En el uso cotidiano, la palabra "cultura", se emplea para dos conceptos diferentes:
  • Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.
  • El conjunto de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales (tecnologías) que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver sus necesidades de todo tipo.
En 1871 , Edward B. Tylor, publicó en Primitive Culture una de las definiciones más ampliamente aceptadas de cultura. Según Tylor, la cultura es:
"...aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en las diversas sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser investigada según principios generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la acción del hombre".
Para el polaco Bronislaw Malinowski,"la cultura puede ser entendida como una «realidad sui generis» que debe estudiarse como tal" y, en la categoría de cultura incluía: artefactos, bienes, procesos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados. También consideraba que la estructura social podía ser entendida análogamente a los organismos vivos pero todos los elementos de la cultura poseen una función que les da sentido y hace posible su existencia. Y, esta función, no es dada únicamente por lo social, sino por la historia del grupo y el entorno geográfico, entre muchos otros elementos.

El famoso antropólogo francés: Claude Lévi-Strauss, afirmaba que "la cultura es básicamente un sistema de signos producidos por la actividad simbólica de la mente humana"
En su obra <El pensamiento salvaje> (1962), Lévi-Strauss apunta que "todos los símbolos y signos de que está hecha la cultura son productos de la misma capacidad simbólica que poseen todas las mentes humanas"
Esta capacidad, básicamente consiste en la clasificación de las cosas del mundo en grupos, a los que se atribuyen ciertas cargas semánticas y no existe grupo de símbolos o signos (campo semántico) que no tenga uno complementario. Los signos y sus significados pueden ser asociados por metáfora (como en el caso de las palabras) o metonimia (como en el caso de los emblemas de la realeza) a fenómenos significativos para el grupo creador del sistema cultural. Las asociaciones simbólicas no necesariamente son las mismas en todas las culturas. Por ejemplo, mientras en la cultura occidental, el rojo es el color del amor, en Mesoamérica es el de la muerte.

Karl Marx, a pesar de la opinión generalizada, sí puso atención en el análisis de las cuestiones culturales, específicamente en su relación con el resto de la estructura social.
Según la propuesta teórica de Marx, "el dominio de lo cultural (constituido sobre todo por la ideología) es un reflejo de las relaciones sociales de producción, es decir, de la organización que adoptan los seres humanos frente a la actividad económica"

La gran aportación del marxismo en el análisis de la cultura, es que ésta es entendida como el producto de las relaciones de producción, como un fenómeno que no está desligado del modo de producción de una sociedad. Asimismo, la considera como uno de los medios por los cuales se reproducen las relaciones sociales de producción, que permiten la permanencia en el tiempo de las condiciones de desigualdad entre las clases.

Son muchas las posturas donde la relación entre la base económica y la superestructura cultural es analizada en enfoques más amplios. Por ejemplo: 
Antonio Gramsci llama la atención a la hegemonía, un proceso por medio del cual, un grupo dominante se legitima ante los dominados, y estos terminan por ver natural y asumir como deseable la dominación. 
Louis Althusser propuso que el ámbito de la ideología (el principal componente de la cultura) es un reflejo de los intereses de la élite, y que a través de los aparatos ideológicos del Estado se reproducen en el tiempo.
Así mismo, Michel Foucault sostiene que, de manera general, todos los sistemas de enseñanza –los cuales aparecen simplemente como transmisores de conocimientos aparentemente neutrales–, están hechos para mantener a cierta clase social en el poder, y excluir de los instrumentos de poder a otras clases sociales.

Según el neoevolucionismo: "la cultura es el producto de las relaciones históricas entre un grupo humano y su medio ambiente".

Tanto Steward como White, promotores de esta corriente, concuerdan en que la cultura es sólo uno de los ámbitos de la vida social. Para White, la cultura no es un fenómeno que deba entenderse en sus propios términos, como proponían los culturalistas. El aprovechamiento energético es el motor de las transformaciones culturales: estimula la transformación de la tecnología disponible, tendiendo siempre a mejorar. Así, la cultura está determinada por la forma en la que el grupo humano aprovecha su entorno. Este aprovechamiento se traduce a su vez en energía. El desarrollo de la cultura de un grupo es proporcional la cantidad de energía que la tecnología disponible le permite aprovechar. La tecnología determina las relaciones sociales y esencialmente la división del trabajo como una prístina forma de organización. A su vez, la estructura social y la división del trabajo se reflejan en el sistema de creencias del grupo, que formula conceptos que le permiten comprender el entorno que le rodea. Una modificación en la tecnología y la cantidad de energía aprovechada se traduce, por tanto, en modificaciones en todo el conjunto.


Steward, por su parte, retomaba de Kroeber la concepción de la cultura como un hecho que se encontraba por encima y fuera de la naturaleza. Sin embargo, Steward sostenía que había un diálogo entre ambos dominios. Opinaba que la cultura es un fenómeno o capacidad del ser humano que le permite adaptarse a su medio biológico. Steward planteaba que la cultura sigue un proceso de evolución multilineal (es decir, no todas las culturas pasan de un estado salvaje a la barbarie, y de ahí a la civilización), y que este proceso se basa en el desarrollo de tipos culturales derivados de las adaptaciones culturales al medio físico de una sociedad. Steward introduce en las ciencias sociales el término de ecología, señalando con él: el análisis de las relaciones existentes entre todos los organismos que comparten un mismo nicho ecológico

Roy Rappaport introdujo, en la discusión de lo social, la idea de que la cultura forma parte de la misma biología del ser humano, y que la evolución misma del ser humano se debe a la presencia de la cultura. Señalaba que:
"...superorgánica o no, se debe tener presente que la cultura en sí pertenece a la naturaleza. Emergió en el curso de la evolución mediante procesos de selección natural diferentes sólo en parte de aquellos que produjeron los tentáculos del pulpo […] Aunque la cultura está altamente desarrollada en los seres humanos, estudios etológicos recientes han indicado alguna capacidad simbólica entre otros animales. […] Aunque las culturas pueden imponerse a los sistemas ecológicos, hay límites para esas imposiciones, ya que las culturas y sus componentes están sujetos a su vez a procesos selectivos".

En 1998, Jesús Mosterín publicó su libro ¡Vivan los animales!, donde explica qué es la cultura:
"La cultura no es un fenómeno exclusivamente humano, sino que está bien documentada en muchas especies de animales superiores no humanos. Y el criterio para decidir hasta qué punto cierta pauta de comportamiento es natural o cultural no tiene nada que ver con el nivel de complejidad o de importancia de dicha conducta, sino sólo con el modo como se trasmite la información pertinente a su ejecución. […] Los chimpancés son animales muy culturales. Aprenden a distinguir cientos de plantas y sustancias, y a conocer sus funciones alimentarias y astringentes. Así logran alimentarse y contrarrestar los efectos de los parásitos. Tienen muy poco comportamiento instintivo o congénito. No existe una 'cultura de los chimpancés' común a la especie. Cada grupo tiene sus propias tradiciones sociales, venatorias, alimentarias, sexuales, instrumentales, etc. […] La cultura es tan importante para los chimpancés, que todos los intentos de reintroducir en la selva a los chimpancés criados en cautividad fracasan lamentablemente. Los chimpancés no sobreviven. Les falta la cultura. No saben qué comer, cómo actuar, cómo interaccionar con los chimpancés silvestres, que los atacan y matan. Ni siquiera saben cómo hacer cada noche su alto nido-cama para dormir sin peligro en la copa de un árbol. Durante los cinco años que el pequeño chimpancé duerme con su madre tiene unas 2.000 oportunidades de observar cómo se hace el nido-cama. Los chimpancés hembras separados de su grupo y criados con biberón en el zoo ni siquiera saben cómo cuidar a sus propias crías, aunque lo aprenden si ven películas o vídeos de otros chimpancés criando".

lunes, 22 de abril de 2013

Usura



Del latín usura, el término usura se refiere al interés que alguien cobra cuando presta dinero. En un sentido general, el concepto hace referencia al contrato que implica el crédito y a la ganancia o utilidad del mismo.

Sin embargo, la noción de usura está muy vinculada al interés excesivo en un préstamo y a la ganancia desmedida que obtiene el prestamista. Las personas y entidades que cobran intereses muy elevados reciben el calificativo de usureros.

La usura no es un concepto económico preciso; es decir, no existe un nivel específico y concreto que determine en qué momento un tipo de interés pasa a convertirse en algo excesivo. Por el contrario, la usura está vinculada a una noción compartida socialmente y a la creencia de que existe un cierto precio que es justo y que merece ser pagado por el usuario o consumidor.

"En la antigüedad, varias culturas consideraban que cualquier tasa de interés suponía una usura. Por eso, los créditos con interés estuvieron prohibidos en muchas regiones y durante periodos temporales muy extensos".

En el Islam, la condena a la usura todavía sigue muy vigente. En países como Arabia Saudita, Pakistán e Irán incluso existen bancos e instituciones financieras que otorgan créditos sin intereses.

En cambio, en el mundo occidental es muy común que exista la capitalización de intereses o anatocismo, que es la acción de cobrar intereses sobre los intereses derivados de un crédito. Queda claro que la definición de usura dependerá del matiz cultural con que se la observe.

Las leyes y la usura

Actualmente el concepto de usura se encuentra ligado a los contratos basura a los que han accedido muchos individuos y que han puesto en riesgo su bienestar económico.

Los términos para establecer una relación con intereses se encuentran detallados en la legislaturas del país en el que se lleve a cabo, tal es así que todo préstamo usurario deberá elaborarse teniendo en cuenta las leyes redactadas en el territorio y evitando cualquier tipo de irregularidad que pueda ser condenada.

Algunas situaciones en las que un préstamo puede considerarse inaceptable para la ley son las siguientes:

* cuando existe un interés notablemente superior y desproporcionado a lo normal;
* cuando la firma se haya realizado en condiciones consideradas como ilegítimas, donde por ejemplo, el prestatario ha aceptado por encontrarse en una situación crítica, no tener experiencia o encontrarse inhabilitado en sus capacidades mentales para tomar dicha decisión;
* cuando se exija como devolución la entrega de una cantidad de dinero que supere considerablemente a la prestada.

Hoy en día el concepto de usura suele ser utilizado para hacer mención a lo que los bancos ponen en práctica; es decir a las relaciones que se establecen entre éstos y diversos individuos, cuando los que desean acceder a la compra de una propiedad solicitan un préstamo a un determinada entidad bancaria.

Los acuerdos establecidos en los contratos suelen ser considerablemente favorables para dicha compañía en detrimento de los derechos y necesidades de los clientes, siendo así que muchas familias hoy en día son dejadas en la calle al no poder pagar los elevados intereses que les supone la hipoteca de sus casas y, dado el incumplimiento de sus pagos, los bancos proceden a expropiarlos quedándose con los inmuebles.

Éste es un grave problema que se está viviendo precisamente en España, donde se han ofrecido préstamos hipotecarios a mansalva en un período floreciente de economía pero ya no se puede sostener la misma calidad de vida.
Por otro lado, las leyes se inclinan siempre a favor de los más poderosos, colaborando así, nefastamente, con  el consiguiente perjuicio para la sociedad.


Lectura recomendada: http://pijazo.blogspot.com.es/2010/11/de-la-usura-y-sus-salvajes-monerias.html

Fuente

viernes, 19 de abril de 2013

Errores en ciencia. La velocidad de los electrones en los conductores eléctricos.

En ingeniería hay conceptos erróneos que permanecen a lo largo del tiempo. Son citados como comunes en diversos países, por lo que no pueden interpretarse solo como consecuencia de una mala formación científica originada por un mal sistema de enseñanza. Suelen estar relacionados con los conceptos fundamentales, y provocan, por eso, notable inseguridad en la utilización de los saberes que derivan de ellos. Este artículo trata de uno de esos conceptos, que se refiere a la velocidad de los electrones en los conductores de las instalaciones eléctricas. En concreto se analizan las consecuencias a que conduciría el extendido error de que la velocidad de los electrones que producen la corriente eléctrica es la velocidad de la luz o próxima a ella.

La creencia de que la velocidad de los electrones en los conductores de las instalaciones eléctricas es la velocidad de la luz está muy extendida. No pocos de los alumnos que llegan a las escuelas de ingeniería y a las facultades de ciencias de las universidades creen que los electrones que dan lugar a la corriente eléctrica en los hilos y cables metálicos de las líneas eléctricas se mueven con esa velocidad. No es este un mal resultado de la enseñanza española exclusivamente, pues es citado como error común por autores de otros países. Más bien parece tener su origen en la relación confusa que quizá se establece entre la velocidad de las ondas electromagnéticas, que sí es la velocidad de la luz, porque la luz son ondas electromagnéticas, y la velocidad de arrastre de los electrones que dan lugar a la corriente eléctrica en los conductores metálicos. No es la primera vez que nos ocupamos de conceptos físicos erróneos relacionados con la Electrotecnia. Una razonable atención a los fundamentos es siempre útil. Suele ocurrir que, con los conocimientos ya adquiridos, casi siempre es posible una crítica razonable sobre muchos conceptos para poder decidir sobre su grado de aceptación. El contraste con el saber que ya se posee es una forma eficaz de evitar que incorporemos conocimientos erróneos o, al menos, una forma de ponerlos en duda. Este artículo pretende ser un ejemplo de esta práctica. Se exponen en él algunas de las consecuencias a que conduce la afirmación de que la velocidad de los electrones en los conductores eléctricos de nuestras instalaciones es la velocidad de la luz. Veremos que los resultados a que da lugar esa hipótesis están tan alejados de la realidad, que enseguida ha de rechazarse.

Densidad de electrones libres

Conductor eléctrico es cualquier cuerpo que tenga cargas libres. El número de cargas libres por unidad de volumen, que designaremos por n, se llama densidad de cargas libres. Los metales son los mejores conductores porque tienen muchos electrones libres. Por ejemplo, en el cobre hay, al menos, 8,45 x 10 a la 22 electrones libres por centímetro cúbico. Esta cantidad es inconcebiblemente grande. La población humana actual es de siete mil millones de personas, o sea, 7 x10 a la 9 , cantidad despreciable frente a la de los electrones libres que hay en un centímetro cúbico de cobre. Para comprobarlo basta restar, con una calculadora, 7 x 10 a la 9, de 8,45 x 10 a la 22; el resultado es 8,45 x 10 a la 22, como si no se hubiera restado nada.
La densidad de electrones libres del resto de los metales es del mismo orden de magnitud. En el aluminio es 6 x10 a la 22, y en el volframio 6,3 x 10 a la 22 electrones libres por centímetro cúbico.

Velocidad de los electrones libres y densidad de corriente. 

Si a través de una superficie pasan cargas eléctricas, se dice que hay corriente eléctrica a través de esa superficie. La carga que pasa cada segundo se llama intensidad a través de esa superficie. Si la superficie es perpendicular al movimiento de las cargas, la intensidad que atraviesa cada unidad de superficie es la densidad de corriente j. La velocidad v con que se mueven las cargas que originan la corriente se llama velocidad de arrastre de las cargas libres. Esta es la velocidad de la que, erróneamente, se cree que es igual a la velocidad de la luz.



En la figura 2 se muestra un cilindro imaginario en el interior de un conductor. Supondremos que los electrones libres del conductor se mueven hacia la derecha. La base S es perpendicular a la dirección en que se mueven los electrones libres. La altura del cilindro la elegimos de longitud v, que es la velocidad de los electrones libres, o sea, la distancia que recorren en un segundo. Por eso solo los electrones libres que estén dentro del cilindro atravesarán la superficie S de la derecha en el próximo segundo. En efecto, el electrón que se dibuja dentro del cilindro recorre durante el próximo segundo una distancia v, que es mayor que la que lo separa de S. Por eso cruza S. El que se dibuja fuera no pasa, pues en un segundo solo recorre la distancia v. Es decir, los electrones libres que atraviesan la superficie S cada segundo son los que están dentro del cilindro de la figura 2. Si el número de los que hay en cada unidad de volumen es n, para hallar los que hay dentro del cilindro basta multiplicar el volumen del cilindro por n. Ese número es, por tanto, Svn, que es, como hemos dicho, el número de electrones que cada segundo atraviesan S. La carga que atraviesa S cada segundo, es decir, la intensidad por S, se obtiene multiplicando por la carga q del electrón: Svnq. Dividiendo por S se obtiene el módulo de la densidad de corriente: 
j = qnv


Esta fórmula se deduce en muchos libros de electricidad y de física, y es suficiente para mostrar la imposibilidad de que la velocidad de los electrones de los conductores de las instalaciones eléctricas sea la de la luz. En efecto, el valor absoluto de la carga del electrón es 1.602 x 10 a la -19 culombios; la densidad de electrones libres en el cobre es, como se ha dicho, n = 8,45 x 10 a la 22 electrones/cm3 , o sea, 8,45 x 10 a la 28 electrones/m3 . Si la velocidad de arrastre de los electrones fuera la de la luz, 3 x 10 a la 8 m/s , o próxima a ella, resultaría que la densidad de corriente en los conductores de cobre sería:


El resultado indica que, por cada hilo de cobre de un milímetro cuadrado de sección, circularían cuatro billones de amperios; y que, como todos los electrones libres circularían a la velocidad de la luz, la densidad de corriente en cualquier hilo de cobre sería la misma. Es evidente que las cosas no son así: la densidad de corriente en los conductores de cobre de las instalaciones que empleamos no es siempre la misma, sino que puede variar y, desde luego, sus valores nada tienen que ver con la inconcebible cantidad deducida.

Choques en las esquinas


Se pueden poner más ejemplos de consecuencias catastróficas para las instalaciones si la velocidad de arrastre de los electrones fuera la de la luz. Supongamos que hay una corriente eléctrica en un tramo recto de un hilo de cobre y que, después de ese tramo, el hilo forma un ángulo de noventa grados. Si, debido a su velocidad, los electrones no salen fuera del conductor cuando llegan al ángulo, chocarán contra la superficie del lado del ángulo recto (fig. 3), que encuentran de frente, transversal a su velocidad, y, como mínimo, cederán toda su cantidad de movimiento al conductor. Ya vimos que el número de los que llegan por segundo a una superficie S es Svn. Si es m la masa de cada electrón, la masa que cada segundo choca contra ese lado del conductor es Svnm, y lo hace con velocidad v. Por tanto, la cantidad de movimiento que ceden los electrones cada segundo al conductor es S v 2 nm, que es igual a la fuerza que ejercen sobre el lado transversal del ángulo. Como la masa de un electrón es m = 9.108 x10 a la -31kg, si la velocidad de los electrones libres en el conductor fuera la de la luz, para un hilo de un milímetro cuadrado de sección esta fuerza sería: 




Setecientas mil toneladas. De nuevo una cantidad enorme cuyo efecto sería empujar el conductor con esa fuerza en la dirección y en el sentido del movimiento de los electrones. Eso si, como se ha dicho, se lograra retener los electrones en el hilo. 

La fuerza centrífuga 

El ejemplo anterior es un caso particular de cambio de dirección de los electrones en un conductor filiforme. Pero, en general, cualquier cambio de dirección, aunque sea suave, conduce a resultados desmesurados si se supone que la velocidad de los electrones es la de la luz. En efecto, si el hilo conductor describe una curva de radio r, cada electrón, al seguirla, ejerce sobre el hilo, hacia fuera de la curva, la fuerza mv a la 2 / r, que es la fuerza centrífuga. Si la sección del hilo es S, en una longitud L hay SLn electrones libres, por lo que la fuerza centrífuga que los electrones ejercen sobre esa longitud L de conductor se obtiene multiplicando la que ejerce un electrón por todos los que hay. Es decir, 

FL = (mv a la 2 / r) SLn

La fuerza por unidad de longitud se obtiene dividiendo por L, y vale

F = (mv a la 2 / r) Sn

Por ejemplo, en un hilo de cobre de un milímetro cuadrado de sección que describa una curva de un metro de radio, la fuerza sobre el hilo por cada metro de longitud hacia fuera de la curva sería:



Setecientas mil toneladas. Eso significa, por ejemplo, que en cada vano de una línea eléctrica se ejercerían toneladas de fuerza hacia abajo en el conductor debido a la fuerza centrífuga de los electrones, al tener que seguir la catenaria. El resultado equivaldría a aumentar cantidades enormes el peso del propio cable.

Fig. 4.- Si la velocidad de arrastre de los electrones libres fuera próxima a la de la luz, en cada hilo de una línea eléctrica aérea se ejercerían toneladas de fuerza hacia abajo debidas a la fuerza centrífuga de los electrones al tener que seguir la catenaria.

Energía

En el choque de los electrones contra la esquina en ángulo recto que consideramos antes, su velocidad se anularía. Por tanto ceden toda su energía cinética al conductor. La energía cinética que cede cada electrón es 1/2 mv 2 . El número de los que chocan cada segundo contra la superficie S es Svn, por lo que la energía que ceden cada segundo es 1/2 m.v a la 2; S.v.n = 1/2 m.v a la 3 x Sn. Esa cantidad es la potencia que ceden, pues es energía por segundo. Si la velocidad de arrastre fuera la de la luz, en un conductor de cobre de un milímetro cuadrado de sección esta potencia valdría



Mil millones de gigavatios. Para vislumbrar lo inconcebible de esta cantidad, recuérdese que la potencia de todos los generadores eléctricos de España, lo que se llama potencia de generación instalada, es de unos 60 GW. Desde luego, la energía que se cedería al conductor en el choque haría imposible la misma existencia del conductor.
A pesar de suponer que la velocidad de los electrones es la de la luz, se han utilizado las fórmulas de la mecánica clásica y se ha supuesto, por ejemplo, que la masa del electrón es siempre la masa en reposo. Aún así los resultados son suficientemente elocuentes. Pero, conviene recordar que la teoría de la relatividad niega la propia posibilidad de la hipótesis de partida, ya que los electrones nunca pueden alcanzar la velocidad de la luz. Pero, si se aproximaran a ella, su masa aumentaría mucho, lo que exageraría aún más los resultados. Como se ve, si la velocidad de arrastre de los electrones libres en los conductores fuera la de la luz o próxima a ella, ninguna de nuestras instalaciones eléctricas sería posible.

Velocidad de arrastre real

Afortunadamente las cosas no son así, porque la velocidad de arrastre de los electrones libres de los conductores no es la velocidad de la luz ni próxima a ella. La fórmula deducida al principio,

 j = qnv

que relaciona la densidad de corriente con la velocidad de las cargas libres que la originan, permite hallar muy fácilmente la velocidad de arrastre de los electrones libres en los conductores de nuestras instalaciones. Si se despeja v de la fórmula citada, resulta 

v = j qn 

Una densidad de corriente muy normal de los conductores de las instalaciones ordinarias es 10 amperios por milímetro cuadrado o menor. Esa densidad de corriente equivale a 1000 amperios por centímetro cuadrado. Para ese valor, si el conductor es de cobre, la velocidad de arrastre de los electrones es:


Menos de un milímetro por segundo. Un electrón a esa velocidad tardaría dieciséis días y medio en recorrer un kilómetro. Pero, aunque la densidad de corriente fuera de 100 A/mm2, que equivale a 10000 A/cm2, la velocidad de los electrones sería de 0.74 cm/s, ni siquiera un centímetro por segundo. Este es, realmente, el orden de magnitud de la velocidad de arrastre de los lectrones libres en los conductores, que depende de la densidad de corriente, pero que es inferior muchas veces al milímetro por segundo. La razón es que, para que pase un amperio a través de la sección de cualquier hilo, los electrones no necesitan moverse de prisa, les basta hacerlo tan lentamente como se ha deducido, porque hay muchos en cada unidad de volumen. Por ejemplo, en la figura 5 se representa un conductor de cobre de 1 mm2 de sección. El número de electrones libres que hay en cada milímetro de cable es


Es decir, en cada milímetro de longitud de un hilo de cobre de 1 mm2 de sección hay 13.54 culombios de carga libre. Por tanto, si los electrones libres se movieran a 1 mm/s, en un segundo atravesarían la sección del hilo 13.54 culombios, o sea, la densidad de corriente sería de 13.54 A/mm2. 
Por eso, para que la densidad de corriente sea de 10 A/mm2, han de moverse a menor velocidad, concretamente a 0.7 mm/s, tal como se dedujo antes.


Con esta velocidad, cuando chocan con la esquina del ejemplo anterior, la fuerza es


Cuatro picogramos, una cantidad inapreciable, lo mismo que la fuerza centrífuga en las curvas.

Velocidad de los electrones cuando la intensidad es sinusoidal


La fórmula v = j/(qn) da valores instantáneos de la velocidad en función de la densidad de corriente, por lo que es válida tanto para corrientes con intensidades constantes como variables. En los dos últimos ejemplos eso significa que, si la corriente es continua de densidad 10 A/mm2, la velocidad de los electrones libres del cobre es constante e igual a 0.07 cm/s. Pero, si la intensidad es sinusoidal, como pasa en los hilos de las instalaciones de corriente alterna, la densidad de corriente instantánea es j = Jm sen!t , por lo que la velocidad de arrastre de los electrones vale


que es una velocidad también sinusoidal, de valor máximo Vm = Jm/qn y de la misma pulsación que la intensidad.
El espacio recorrido por cada electrón debido a la velocidad de arrastre se obtiene integrando la velocidad:


Si la intensidad es sinusoidal, entonces j = Jm sen(wt), y el espacio recorrido resulta


que es sinusoidal: cada electrón oscila a ambos lados de un punto central. La separación máxima entre cada electrón y su punto central de oscilación es


Lo anterior significa que, en corriente alterna, los electrones libres no recorren distancias, sino que solo oscilan alrededor de un punto. Por ejemplo, para una intensidad sinusoidal de densidad de corriente eficaz de 10 A/mm2, que equivale a 1000 A/cm2, la densidad de corriente instantánea es




en A/cm2, lo que da para la velocidad de arrastre de los electrones en cm/s.


Es decir, una velocidad alterna de valor máximo 0.10 cm/s o sea, 1 mm/s.



Para frecuencia de 50 Hz la pulsación vale


Por tanto, el máximo desplazamiento de los electrones libres es







Algo más de tres micrómetros.
Resulta, por consiguiente, que, en corriente alterna, para una densidad de corriente eficaz de 10 A/mm2, el movimiento de los electrones en los conductores solo consiste en una ligerísima oscilación por la que se desplazan tres micras aproximadamente a cada lado de un punto central.

Conclusiones


Que la velocidad de arrastre de los electrones libres en los conductores es la velocidad de la luz es un error muy extendido. Se ha visto en este artículo que, si fuera esa su velocidad, la densidad de corriente en los conductores sería enorme y constante, que las fuerzas por choques en los ángulos y la fuerza centrífuga en las curvas también serían enormes, y que la energía que los electrones cederían al conductor lo volatilizaría. Realmente las consecuencias de esa velocidad harían imposible la existencia de instalaciones eléctricas. Por el contrario,

"para las densidades de corriente ordinarias, la velocidad de los electrones pocas veces supera el milímetro por segundo. Para esas mismas densidades en corriente alterna, los electrones solo oscilan imperceptiblemente, pues apenas se alejan alternativamente muy pocas micras del punto central de la oscilación".


Hay conceptos erróneos muy extendidos. Algunos afectan a los fundamentos físicos, por lo que dificultan la correcta asimilación del saber posterior. El análisis crítico que consiste en comprobar la compatibilidad de lo recién aprendido con lo que ya se sabe, es un buen escudo contra los posibles errores. 





Fuente: Velocidad de los electrones en los conductores de las instalaciones eléctricas
F. R. Quintela, R. C. Redondo, N. R. Melchor, J. M. G. Arévalo y M. M. Redondo
Universidad de Salamanca

ReferenciasM. E. Van Valkenburg, Análisis de redes, Editorial Limusa, México 1983, pág. 18.

F. R. Quintela, R. C. Redondo, J. M. G. Arévalo, N. R. Melchor y M. M. Redondo. 'Carga de una batería' y 'electricidad', dos términos de utilización confusa. Técnica Industrial. Junio de 2005.

http://www3.usal.es/electricidad

Félix Redondo Quintela, Roberto Carlos Redondo Melchor. Redes eléctricas de Kirchhoff, 2ª edición. Ed. Revide S. L. Béjar 2005.

jueves, 18 de abril de 2013

Ser o no ser, esa es la cuestión




"Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la áspera Fortuna
o armarse contra un mar de adversidades
y darles fin en el encuentro. Morir: dormir,
nada más. Y si durmiendo terminaran
las angustias y los mil ataques naturales
herencia de la carne, sería una conclusión
seriamente deseable. Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar. Sí, ese es el estorbo;
pues qué podríamos soñar en nuestro sueño eterno
ya libres del agobio terrenal,
es una consideración que frena el juicio
y da tan larga vida a la desgracia. Pues, ¿quién
soportaría los azotes e injurias de este mundo,
el desmán del tirano, la afrenta del soberbio,
las penas del amor menospreciado,
la tardanza de la ley, la arrogancia del cargo,
los insultos que sufre la paciencia,
pudiendo cerrar cuentas uno mismo
con un simple puñal? ¿Quién lleva esas cargas,
gimiendo y sudando bajo el peso de esta vida,
si no es porque el temor al más allá,
la tierra inexplorada de cuyas fronteras
ningún viajero vuelve, detiene los sentidos
y nos hace soportar los males que tenemos
antes que huir hacia otros que ignoramos?
La conciencia nos vuelve unos cobardes,
el color natural de nuestro ánimo
se mustia con el pálido matiz del pensamiento,
y empresas de gran peso y entidad
por tal motivo se desvían de su curso
y ya no son acción".



William Shakespeare – Hamlet.

miércoles, 17 de abril de 2013

¿Cuánto dinero hay en el mundo?



Al principio, hace milenios, la gente cambiaba cosas por otras cosas, o en algunos casos por servicios: tu me dabas algo tuyo que yo necesitaba (o hacías algo para mi) a cambio de otra cosa mía que tu necesitases. Como habréis adivinado esto es lo que se conoce “técnicamente” como trueque y como también podréis suponer hace muchos siglos que dejó de utilizarse por la incomodidad y los inconvenientes evidentes que suponía.
¿El sustituto del trueque? Se buscó una cosa fácilmente fraccionable, fácilmente transportable, relativamente escasa y cuya cantidad no fluctuara demasiado ni demasiado rápidamente y también que no fuera demasiado fácil de conseguir. A esto se le dio un valor ficticio y convertible en bienes. Habitualmente eran metales preciosos, pero también fueron otras cosas que cumplieran esas condiciones, por ejemplo, en el antiguo imperio egipcio muchas veces se hacían pagos a los soldados con sal, la cual era tan escasa y útil que valía su peso en oro: de ahí viene, a través de los romanos, la palabra salario. Y con eso se inventó el dinero.

La historia y la tradición dicen que los primeros (que acuñaron monedas) fueron los Lidios (en la actual Turquía) entre los siglos VI y VII a.C., así que no me extraña que Creso, último rey de los lidios más o menos por esa época, tuviera fama de ser el hombre más rico en su tiempo y se llegara a popularizar el dicho “rico como Creso”: nos ha jodío mayo con las flores, ¡si el dinero lo inventó él!

Hasta aquí todo bien, el dinero, adopte la forma que adopte, sea oro o sean saquitos de sal, es un medio de intercambio indirecto que sustituye al trueque (que sería el intercambio directo) y una unidad de cuenta, pero ojo, representado por un bien (un objeto) tangible y presente que es utilizado como moneda.

Por cierto, una curiosidad, la acuñación del oro u otros metales valiosos en si mismos para darle forma de moneda no fue sólo un capricho estético para halagar el ego del Rey o Emperador de turno, sino una necesidad primero para hacer algo más difícil la falsificación (y que no te entregaran un metal brillante en lugar de oro) y sobre todo para garantizar que esa moneda contenía justamente la cantidad de oro que debía contener de acuerdo a su valor: si la moneda no estaba acuñada era relativamente fácil limarla y restarle un poco de valor.

En una moneda no era gran cosa, pero si se hacía con muchas, el hábil timador podía reunir una cantidad de oro, valioso en si mismo aunque no estuviera en forma de monedas, nada despreciable. En cambio, con una moneda acuñada, limarla borraría la acuñación y podría hacerte sospechar que algo raro había.
Durante bastantes siglos las cosas funcionaron poco más o menos igual, el dinero era un valor en si mismo, no un crédito (una deuda) como es ahora (véase El dinero es deuda) lo cual no impedía que con su mecanismo de funcionamiento se dieran créditos (prestamos), aunque durante la edad media estuvo mal visto y fue incluso considerado un pecado (la usura) por la iglesia.
Más allá de consideraciones morales (la usura suponía obtener dinero sólo del dinero, no de algo productivo, y era algo considerado poco moral y por lo tanto no demasiado admisible por los preceptos cristianos, quedando “reservado” a los infieles judíos) había una razón de índole práctico mucho más importante para prohibir o limitar la usura: en un reino medieval alguien prestaba una cantidad P de oro, y al cabo de un tiempo (si todo iba bien) recibía más cantidad de oro, pues recibía esa misma cantidad inicial P y junto con otra I. Si esto se hacía muchas veces y lo hacía muchas personas, la suma de todas esas cantidades I era cada vez más grande y se volvía a usar para prestar a más personas más cantidades P, realimentando el proceso, por lo que esto llevaba a que un grupo relativamente escaso de personas tuviese el control de cada vez más oro (ojo no es sólo que fuesen más ricas, que también, sino que acumulan el oro) y como la cantidad total de oro en el reino era limitada, eso significaba que el control del mismo acababa pasando poco a poco de la tesorería real, es decir de la autoridad de quien gobernaba, a un grupito ajeno a ella, cosa “poco conveniente”.

Después, las cosas empezaron a complicarse. Como muchas otras cosas, el papel moneda lo inventaron los chinos, pero llegó a occidente a finales de la edad media y principios del renacimiento, con las “nota di banco” (que daban el derecho a retirar moneda de un banco) y que serían el origen de los billetes y con las “lettera di cambio” (que eran la promesa de obtener dinero contante y sonante del partícula que las firmaba) y que acabarían siendo el origen de las letras de cambio, muy útiles para pagos internacionales de comerciantes, por ejemplo, ya que se inventaron cuando las ciudades estado y repúblicas italianas empezaban a comerciar con otros países: si eras comerciante y cruzabas toda Europa viajando entre Amberes y Florencia, por poner un ejemplo, el dinero te lo podían robar en cualqueir cmaino oposada y lo perderías todo; pero esto no ocurría si lo que llevabas era una carta con la promesa de convertirla en dinero cuando llegases a Florencia.

El cambio es sutil, pero no determinante: el dinero podía seguir siendo dinero (es decir valor) y no crédito(como es ahora), aunque adoptase la forma de papel moneda: si dicho papel estaba respaldado por el valor del bien (oro, plata, sal,…) no habría problema, de la misma forma que una moneda de un metal sin valor material o poco valioso (latón, hierro, cobre,…) también podía estar respaldada por el valor de un metal precioso.

Sin embargo, casi inmediatamente se produjo otro “avance” de importancia similar o mayor al que tuvo la transición del trueque al uso de dinero: la utilización del crédito (el derecho a recibir en el futuro unos bienes o servicios) como moneda. Y hasta aquí puede que tampoco hubiese habido muchos problemas si las cosas se hubiese mantenido dentro de los límites de lo que se podría llamar el “credito normal”, es decir si en ese derecho a futuro se especifica y determina la cantidad y la calidad del bien a recibir y una fecha de vencimiento. Pero los problemas empiezan cuando falta alguno de esos requisitos y entonces podemos llamarlo “crédito irregular”.

Y eso es lo que ocurre con nuestro dinero hoy en día: los actuales Euros, Dólares, Libras, Yenes… donde no se especifica que bien recibiremos, ni su cantidad, ni su calidad ni en que fecha. Porque esto puede variar y de hecho variará, estando sometido a las fluctuaciones del mercado de divisas y a la especulación. Es decir ya no es sólo que el precio de las cosas varíe, es que varía el precio del dinero en si mismo.

         

Esta ficción de “dinero respaldado” se mantuvo durante mucho tiempo; por ejemplo, como podéis ver en la imagen, hasta finales de los años 70 en los billetes de banco españoles se podía leer “El Banco de España pagará al portador…” Cosa que con las más modernos ya no ocurría.

En concreto el dinero se mantuvo respaldado hasta que, al final de la II Guerra Mundial, tuvo lugar la conferencia de Bretton Woods, en Estados Unidos (por la que se creó el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc.) Allí se acordó que se abandonarían los patrones oro-plata para los sistemas monetarios nacionales, y que el nuevo sistema monetario internacional se basaría en el patrón oro-divisas, de forma que se mantenía fijo el precio de una moneda (el dólar USA) con respecto al oro, y los demás países debían fijar el precio de sus monedas con respecto al dólar. En este sistema se podían cambiar dólares por oro (a ese precio fijo, precio que el gobierno americano se comprometía a mantener) sin restricciones ni limitaciones. Cuando un país tenía déficit, podía cubrirlo bien con reservas internacionales (los países empezaron a guardar sus reservas de oro no sólo en sus instalaciones nacionales (sótanos y cámaras acorazadas), sino también, por comodidad ya que la moneda de referencia era el dólar, en las de los Estados Unidos, en Fort Knox, West Point, y en Nueva York, cerca de Wall Street) o bien con el mecanismo (a la larga perverso y pernicioso) de pedir un préstamo al FMI.

El sistema no llegó a cumplir ni tres décadas de vida y colapsó definitivamente cuando Estados Unidos, para financiar su guerra en Vietnam empezó a enviar al exterior miles de millones de dólares, se endeudó hasta tener déficit por primera vez en el siglo XX y los países europeos empezaron a cambiar dólares (con un valor hinchado artificialmente) por oro o por otras monedas como el marco alemán y exigieron a Estados Unidos la conversión de “sus dólares” (el excedente de sus reservas) en oro. Esto motivó que las reservas de oro depositadas en Fort Knox se redujeran drásticamente y que finalmente, en 1971, Nixon, el presidente de Estados Unidos por aquella época, impidiera las conversiones de dólares en oro y devaluara el valor del dólar. Como resultado se derogó definitivamente la convertibilidad divisas-oro, el valor de todas las monedas nacionales comenzó a fluctuar en el mercado y ninguna moneda, ni siquiera el dólar, volvió a estar respaldada por el valor del oro nunca más. Se inventó el llamado dinero fiduciario.

Repasemos:

Dinero/Original: Cualquier medio de intercambio indirecto (por bienes o servicios) que sustituye al trueque pero representado por un bien (un objeto) presente que es utilizado como moneda.

Dinero/Crédito: Una promesa de obtener un intercambio futuro (por bienes o servicios) claramente determinado y respaldado y que también puede ser utilizado como moneda.

Dinero/Fiduciario: Igual que el anterior, pero no respaldado por nada más que la confianza en quien lo emite, y por lo tanto voluble y variable.


Toda moneda que no sea el dinero original (es decir un bien presente) es crédito. Si esta moneda-crédito es un “crédito normal”, como por ejemplo un billete respaldado por un bien del tipo del oro o un metal precioso, no hay demasiado problema, pero si esta moneda-crédito es “crédito irregular” (que se basa sólo en la fe o confianza en que la entidad emisora cumplirá su promesa de pago, y en ninguna otra cosa) empiezan los problemas. A esto es a lo que se llama dinero fiduciario, y es en lo que se basa actualmete todo nuestro sistema, se llame capitalista, se llame comunista, o se llame de libre mercado, porque en el fondo el sistema actual es monetarista: basado en ese particular concepto del dinero.

Como se ve, mientras que en nuestro fuero interno seguimos teniendo asociado el “Dinero” a su concepto original, en realidad el Dinero, actualmente, es crédito, y por lo tanto deuda, porque un crédito supone para quien lo recibe una deuda que tiene que devolver. Esto causa confusiones con el leguaje y con los conceptos (se hace un mal uso del concepto del dinero) y ocasiona que expresiones de este tipo…
  • Los gobiernos, al emitir moneda, crean dinero de la nada.
  • Los bancos tiene un efecto multiplicador del dinero.
  • Los bancos crean dinero.
…sean completamente ciertas, pues:

1.- Los gobiernos, al emitir moneda, crean deuda, es decir, se endeudan. Crear riqueza de la nada es imposible. Y ¿de donde saca su valor el nuevo dinero así creado? Obtiene su valor de una manera muy simple: del valor total del conjunto de todos los bienes y servicios que existen. Con lo que, al aumentar el conjunto de todo el dinero disponible pero no variar el valor total, el valor de cada unidad monetaria desciende, se devalúa. Ley básica: si la cantidad que hay de alguna cosa aumenta mucho (abundancia), su valor disminuye, pero si la cantidad decrece (escasez), su valor aumenta. Esto también es aplicable para el dinero.

2.- Efectivamente. Si tu y yo tenemos cada uno 1.000 € en billetes de curso legal la cantidad “total” de dinero que hay es de 2.000 €, pero si tu depositas en un banco tus 1.000 €, y a su vez ese banco me los presta a mi, la cantidad total de dinero habrá crecido hasta los 3.000 €, pues tu sigues “teniendo” tus 1.000 €, pero yo “tengo” 2.000 €, los 1.000 que ya tenía más los 1.000 que me ha “dado” el banco.

3.- Al multiplicar el dinero, de forma efectiva el banco ha creado dinero, en el ejemplo anterior ha creado (de la nada) 1.000 €. Dinero que es totalmente idéntico e indistinguible del que puedan crear los gobiernos.


En la práctica es algo más complicado, pues por un lado el banco está obligado por ley a mantener como reservas líquidas, una parte de dicho dinero, una parte de sus depósitos (es lo que se llama coeficiente de caja). Es decir, el banco no puede re-prestar todos sus depósitos. Sin embargo este porcentaje aunque depende del país y de las circunstancias es muy bajo: aunque en algunos países se acerca al 20%, realmente por ejemplo en la economía europea ronda el 2% para depósitos a menos de dos años, y es del 0% para depósitos a mayores plazos con preaviso de retirada. Pero seamos muy optimistas y digamos que es un 10% para simplificar, con lo que realmente el banco no podría crear 1.000 €, sólo podría crear 900€.
Pero por otro lado cuando tu llevas tu dinero al banco este te promete pagarte un interés por él, digamos del 1%, con lo cual ya se han creado de la nada otros 10€ (es dinero, distinto de os 1.000 iniciales, que el banco te dará a ti) y para prestarme los 900 € a mi, el banco me exigió que le pagara un interés, por supuesto mayor que el que te paga a ti: de eso viven los bancos, de la diferencia. Pongamos un 5%, por lo tanto, ya se han creado de la nada otros 45 €. Al final tus 1.000 € habrían originado otros 945 € (si suponemos que 10 de mis 45 euros de interés son los que te van a pagar a tí, luego no hay que contarlos dos veces).

Pero además, el proceso por el que el banco creó los 900 € pueden repetirse una y otra vez, siempre que se respete el coeficiente de caja. ¿Cómo? Normalmente la gente no pide un crédito para tener el dinero en casa, guardadito y a buen recaudo, sino para gastarlo en algo, es decir para pagar algo, es decir, suele acabar en otro banco. Por ejemplo los 900€ que me prestó a mi los puedo usar para pagar un coche (de segunda mano y muy modesto, con suerte) pero esos 900 € acaban en otro banco, bien en el del dueño anterior del coche, bien en el mío porque me lo está financiando el banco, nuevamente habrá disponibles otros 900 € en depósitos, que a su vez generarán 810 nuevos euros cuando sean re-prestados (el banco tendrá que mantener el 10% en reservas líquidas, es decir, 90 €) y a su vez esos 810 generarán otros 729 € (con 81€ de reservas) y así sucesivamente.
Teóricamente, y si nadie se quedase con nada en metálico, los bancos podrían llegar a multiplicar por 10 (o más cuanto más pequeño sea el coeficiente de caja) tus 1.000 € iniciales, y eso sólo de capital principal, sin contar los intereses: eso es de verdad la multiplicación de los panes y los peces, y no lo que hizo Jesús. O visto de otra manera: esta es realmente la máquina de hacer dinero en nuestro sistema.

En realidad es algo menos, porque siempre hay algún dinero que sale del sistema (siempre hay algún “avaricioso” que se lo queda) pero no mucho. Se calcula que en Europa, en la zona euro, la cantidad de dinero en manos del público, con respecto al total de los depósitos bancarios es sólo del 10%.

Pero en cualquier caso, esa posibilidad de crear dinero, es una facultad muy poderosa que los ciudadanos (o mejor dicho los gobiernos) han concedido a los bancos. Y es en gran parte el cáncer que devora a nuestro sistema y el origen de muchos de sus (nuestros) problemas. Pensad en ello. Cómo cedimos ese poder daría para mucho, pero os daré una pista: si los banqueros más poderosos son capaces de influenciar de alguna manera a los gobernantes elegidos, que son los que hacen las leyes, para que las modifiquen y eso les permita hacerlo legalmente... Como dice la famosa frase atribuida al banquero del siglo XIX y patriarca de la saga de banqueros Rothschild:

'Dadme el control de la moneda de un país y no me importará quién hace las leyes'. Volviendo a la pregunta inicial ¿cuánto dinero hay en total? Obviamente la respuesta sólo puede ser una estimación. Se calculaba que a finales de 2010, sumando la cantidad total de moneda en circulación (dólares, euros, yenes, etc…) había el equivalente a unos 5.000.000.000.000.000 $, es decir cinco mil billones de dólares (téngase en cuenta que para los anglosajones 1 billion son 1000 millons y no 1 millón de millones, como para nosotros). Y creciendo: de hecho en 2002 había sólo 2 mil billones y en 1990 sólo mil billones.




Pero esto es sólo la moneda en circulación. Así pues para poder responder a la pregunta inicial de ¿Cuánto dinero hay en el mundo (en total)? Lo primero sería definir que estás entendiendo por “dinero”. Los sesudos señores que se dedican a estudiar estas cosas, se refeieren a ellas con nombres como Base Monetaria y Agregados Monetarios (M0, MB, M1, M2, M3,…).
Simplificando mucho (si hay algún economista en la sala, que me perdone) la cosa va más o menos así:

Si nos estamos refiriendo al total de dinero en circulación en forma de monedas y billetes de curso legal, le llaman M0. Si además añadimos el dinero físico depositado en las cajas fuertes de los bancos, y las reservas mínimas de los bancos centrales le llaman MB (base monetaria).
A partir de aquí la cosa se complica. Si además del dinero físico contamos también los depósitos a la vista, cheques de viaje, y todos los demás apuntes en cuentas corrientes con una liquidez inmediata, es decir, cosas que son “casi como el dinero”, le llaman M1 o Narrow (estrecho) Money.
Cuando a M1 le añades también los depósitos que puedes recuperar de forma menos fácil e inmediata, pero todavía con cierta liquidez: depósitos a plazo no demasiado largo (normalmente menos de 2 años) y los depósitos en los que tienes el dinero disponible con un preaviso, (normalmente de 3 meses), etc esta cantidad lógicamente es mayor y la llaman M2.
Cuando a M2 añades además otras cosas como los depósitos a largo plazo, las participaciones en fondos del mercado monetario, los valores (no acciones) con una vida inferior a dos años, etc obtienes lo que llaman M3 oWide (amplio) Money.

Y así sucesivamente, añadiendo “productos” (que nombre tan poco apropiado ¿verdad?) y derivados cada vez más virtuales complejos y con menos liquidez, vas obteniendo valores a los que llaman M4, M5, M6 o M7.

De esta forma si tienes, por ejemplo, 1000€ en billetes, este es dinero M0, y mientras pagues con él en efectivo aunque este cambie de manos (no siga en tu poder) seguirá siendo M0, aunque extiendas un cheque, mientras el cheque no sea cobrado, seguirá siendo M0. A no ser que destruyas físicamente los billetes (entonces decrementarás el total M0, de la misma forma que si se imprimen más billetes se incrementará). Pero si los depositas en tu cuenta corriente, acabas de crear 1000€ de dinero M1 (son los mismos) y ahora los 1000€ son dinero a la vez de los tipos M0 y M1.
Si el banco me presta a mi 900€ (suponiendo que tenga que quedarse un 10% en reserva por el coeficiente de caja) acaba de crear de la nada 900 € de dinero M1, con lo que ahora M0 son 1000€, pero M1 son 1900€.
Si yo deposito los 900€ en mi banco, este deberá reservar 90 y podrá usar los restantes 810 para prestarlos: acaban de crearse otros 810€ de dinero M1, luego ahora M0 sigue siendo 1000€, pero M1 ya va por 2710€.

Y así sucesivamente…

Con este concepto de “dinero”, las cifras se disparan: para finales de 2009 se estimaba que el total M3 era equivalente a más de sesenta mil billones de dólares (un 6 con 16 ceros detrás), y nuevamente creciente en el tiempo (la mitad de esta cantidad en 2002, la cuarta parte en 1990, etc…). Lógicamente, como ya dije son sólo estimaciones.




Así que en lugar de ¿Cuánto dinero hay en el mundo? una pregunta más interesante sería ¿Qué porcentaje de este dinero es realmente dinero físico? Algunos estiman que en el mundo sólo el 1% del dinero circulante es papel-moneda, el 11% sería dinero bancario (en forma de apuntes en una cuenta o de tarjetas de crédito) y el 82% restante dinero financiero (deuda titularizada, hipotecas, acciones, y demás “productos derivados”).

O sea, sólo un 1%, aunque en otras estimaciones, más optimistas, llegan al 3%; el resto es simplemente nada, thin air, como dicen los ingleses. Y además recuerda, ese 1% de papel moneda también es nada, no está respaldado por nada, es sólo la promesa de pago por parte de la entidad emisora, y vale sólo la confianza que la gente tenga en esa entidad.


Como podéis ver, vivimos sólo una ilusión, todo nuestro sistema económico actual (el sistema monetarista) es una gran burbuja de aire.

Fuente: Seldon