jueves, 9 de mayo de 2013

El Mirlo


Turdus merula, o Mirlo común.
Imposible de confundir por el color negro de todo su plumaje y también por su especial conducta y actitudes, el macho del Mirlo Común, Turdus merula, es uno de los pájaros más populares y mejor conocidos de la avifauna europea. El pico de vivo color anaranjado, a partir de enero en machos jóvenes que aún no han cumplido el año y desde diciembre en los adultos, así como el anillo ocular amarillo, completan los rasgos más destacados. Las patas son negras y el iris de los ojos pardo oscuro.

Hembra
Las hembras poseen un plumaje notoriamente más apagado, pardo oscuro o negruzco por encima y más claro, pardo rojizo debajo, teniendo algunas marcas en forma de moteado por el pecho. La garganta es blancuzca. El pico carece de la brillantez del de los machos y domina en él el color pardo oscuro con manchas amarillentas que pueden llegar a ser en las hembras adultas tan extensas que cubran todo el pico excepto la punta; algunas, no raras, tienen el pico casi tan anaranjado como los machos. Siempre son adultas de más de un año de edad. Las patas son pardo oscuras o negruzcas.

El negro plumaje de los machos es adquirido después de la muda que los jóvenes sufren entre agosto y noviembre. Hasta entonces los machos se parecen a las hembras adultas, con las partes superiores de color pardo oscuro, teniendo el centro de las plumas un tono pardo rojizo; la garganta y el mentón pasan del beige rojizo al beige blancuzco. En los lados de los carrillos y la garganta hay manchas oscuras que forman como un incipiente mostacho. El pecho y la parte inferior de la garganta es beige rojizo con punteado pardo oscuro, casi negro. Las hembras jóvenes se distinguen relativamente bien por tener las partes superiores menos oscuras, la cola no es negruzca, sino parda y lo mismo las plumas de las alas.

"Más raro que un mirlo blanco"
Todos los pájaros pueden sufrir en mayor o menor grado albinismo en su plumaje. El Mirlo Común no es una excepción a ello y cualquier pluma con bordes blancos o una mancha clara en la espalda o el pecho llaman poderosamente la atención por el acusado contraste. Son frecuentes los casos de albinismo parcial con manchas en la cara, parches blancos en el pecho y vientre o en las alas, cabeza parcialmente blanca, etc. Plumaje totalmente blanco es excepcional, pero existen casos.


El Mirlo Común es fundamentalmente un pájaro de la campiña, pero que no falta en bosques con vegetación arbustiva y en zonas de campo abierto a condición de que matorrales y setos suficientemente desarrollados le ofrezcan un buen refugio. Igualmente frecuenta grandes parques arbolados, jardines pequeños en el interior de poblaciones, plantaciones de frutales, extensos cultivos, tierras recién roturadas e incluso campos baldíos. Fuera de la época de la reproducción se ve por todas partes y los grupos, muy numerosos a veces, se concentran para comer en prados y rastrojeras. Sin embargo, hay que destacar en este pájaro su carácter un tanto desconfiado, sobre todo en la Península Ibérica donde en muchas regiones es objeto de caza masiva. Esto le lleva a permanecer casi siempre al abrigo de un matorral y a comer en el suelo próximo a él, presto a volar y ocultarse con un típico grito de alarma al menor asomo de peligro.

Camina por el suelo a saltos, o más bien anda y salta a la vez, corriendo trechos de 13 metros para quedarse quieto mirando fijamente, bien al intruso o a un peligro que le sobrevuela a gran altura, o hacia el suelo donde advierte entre la hierba o debajo de las hojas algún sonido que le indica la presencia de una presa. Vuela a baja altura y solamente en cortas distancias, batiendo las alas de forma que da la impresión de suma torpeza y lentitud yéndose a veces para los lados. Sin embargo, en vuelo largo lo hace con mayor rapidez un poco onduladamente y siempre en línea recta con notable potencia, plegando las alas contra el cuerpo a intervalos en una acción que recuerda algo la similar del Pito real, Picus viridis. Es ruidoso y cuando está alarmado chilla mucho y muy fuerte. Estos sonidos se intensifican cuando se retira a dormir, lo que hace normalmente muy tarde y ya bien anochecido a veces, juntándose varios mirlos que dan la impresión de estar peleando continuamente. No suele posarse a gran altura a no ser durante la cría el macho cuando utiliza un posadero para cantar. Este puede estar a 1,5-10 metros del suelo, pero corrientemente no más bajo de 2 ni más alto de 5 metros Una actitud característica del Mirlo Común que nos avisa de su presencia la constituye la forma en que voltea y revuelve la hojarasca en busca de insectos y lombrices de tierra. El ruido que hace con las patas y el pico es significativo y en un bosque de especies caducifolias puede escucharse a una distancia de casi 100 metros y ser confundido con el paso de otro animal.




"El canto del Mirlo Común es imposible de describir de forma que el lector se de una somera idea de su riqueza, limpieza de notas y fluidez.La variación individual es, además, tan grande que resulta dificultoso encontrar dos mirlos que canten igual, incluso tratándose de componentes de una misma familia". 



La voz aflautada, limpia, emitida en tono muy alto y de gran poder de propagación, está combinada con cortos gorjeos más bajos, pero bien audibles y muy agradables y musicales. El mismo pájaro puede tener tres o más formas de cantar. Tan pronto termina su estrofa, que dura en promedio 3-4 segundos, con una breve nota algo raspante, como prolonga los silbidos durante 6-9 segundos (5-8 segundos, Tucker), coronándolos con un estribillo invariable y musical que parece emitido por un hombre utilizando una flauta. Estos estribillos se transmiten de padres a hijos y generaciones de mirlos continúan en un territorio cantando como lo hicieron sus antecesores. El tono del canto es en conjunto melancólico y como si el pájaro tuviera pereza para cantar. Observándolo de cerca se nota efectivamente en él esta actitud relajada, sentándose más que posándose sobre la rama de un árbol o un arbusto y abriendo el pico mucho para cantar. No rara vez se le escuchan notas breves imitando el canto de otras especies de campiña. Con el pico cerrado y con más pereza aún si cabe mira hacia abajo y canta suave y dulcemente, oyéndosele sólo a corta distancia un gorjeo melodioso en el que intercala notas disonantes y gritos cortos de alarma.

Si se le molesta acercándose a su zona, bien mientras construye el nido o la hembra incuba, lanza un repetido ¡¡chuk-chukchuk...!! en tono bajo y lento. Si la alarma es fuerte y repentina huye volando y a la vez lanza un chillido repetido ¡¡chí-chí-uí-uí-uí... chí-uí-uí...!! con variaciones incluso tratándose del mismo individuo. Cuando la presencia de un gato o un Gavilán lo asusta lanza un persistente ¡¡chí-chí-chí-chí...!! en cierto modo histérico y nervioso que con frecuencia es emitido por varios mirlos a coro. Este mismo grito se escucha invariablemente todos los días cuando los mirlos se concentran en un matorral para dormir.

El Mirlo Común canta desde enero hasta la última semana de julio. El canto de invierno no es todavía muy fuerte y está siempre influenciado por la situación meteorológica. Días soleados de enero provocan un adelanto en la emisión del canto. Pero también se escucha a partir del 20 de diciembre, aunque ocasionalmente. Febrero marca el comienzo de pleno canto. Menos frecuente es el canto de otoño. Algunos mirlos lo hacen en octubre y noviembre, aunque casi siempre se trata de un seudocanto que apenas es audible a más de 25 metros de distancia.


Los grandes espacios verdes, parques y jardines de pueblos y ciudades, cobijan una apreciable población de mirlos que en el continuo contacto con el hombre se han hecho muy mansos, mucho más que los que viven en pleno campo, en general muy esquivos y alarmistas. En la Península Ibérica es ave popular en todas partes y lo mismo sucede en las islas Baleares. Prefiere zonas arboladas, pero no falta en campo abierto con matorral abundante. En el tercio norte de Iberia posee una superior densidad que hace unos años se vio amenazada por la caza masiva durante los meses de otoño e invierno. El poder de recuperación de la especie es grande y su aumento es ahora notable gracias a las medidas de protección oficial.

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