miércoles, 17 de abril de 2013

¿Cuánto dinero hay en el mundo?



Al principio, hace milenios, la gente cambiaba cosas por otras cosas, o en algunos casos por servicios: tu me dabas algo tuyo que yo necesitaba (o hacías algo para mi) a cambio de otra cosa mía que tu necesitases. Como habréis adivinado esto es lo que se conoce “técnicamente” como trueque y como también podréis suponer hace muchos siglos que dejó de utilizarse por la incomodidad y los inconvenientes evidentes que suponía.
¿El sustituto del trueque? Se buscó una cosa fácilmente fraccionable, fácilmente transportable, relativamente escasa y cuya cantidad no fluctuara demasiado ni demasiado rápidamente y también que no fuera demasiado fácil de conseguir. A esto se le dio un valor ficticio y convertible en bienes. Habitualmente eran metales preciosos, pero también fueron otras cosas que cumplieran esas condiciones, por ejemplo, en el antiguo imperio egipcio muchas veces se hacían pagos a los soldados con sal, la cual era tan escasa y útil que valía su peso en oro: de ahí viene, a través de los romanos, la palabra salario. Y con eso se inventó el dinero.

La historia y la tradición dicen que los primeros (que acuñaron monedas) fueron los Lidios (en la actual Turquía) entre los siglos VI y VII a.C., así que no me extraña que Creso, último rey de los lidios más o menos por esa época, tuviera fama de ser el hombre más rico en su tiempo y se llegara a popularizar el dicho “rico como Creso”: nos ha jodío mayo con las flores, ¡si el dinero lo inventó él!

Hasta aquí todo bien, el dinero, adopte la forma que adopte, sea oro o sean saquitos de sal, es un medio de intercambio indirecto que sustituye al trueque (que sería el intercambio directo) y una unidad de cuenta, pero ojo, representado por un bien (un objeto) tangible y presente que es utilizado como moneda.

Por cierto, una curiosidad, la acuñación del oro u otros metales valiosos en si mismos para darle forma de moneda no fue sólo un capricho estético para halagar el ego del Rey o Emperador de turno, sino una necesidad primero para hacer algo más difícil la falsificación (y que no te entregaran un metal brillante en lugar de oro) y sobre todo para garantizar que esa moneda contenía justamente la cantidad de oro que debía contener de acuerdo a su valor: si la moneda no estaba acuñada era relativamente fácil limarla y restarle un poco de valor.

En una moneda no era gran cosa, pero si se hacía con muchas, el hábil timador podía reunir una cantidad de oro, valioso en si mismo aunque no estuviera en forma de monedas, nada despreciable. En cambio, con una moneda acuñada, limarla borraría la acuñación y podría hacerte sospechar que algo raro había.
Durante bastantes siglos las cosas funcionaron poco más o menos igual, el dinero era un valor en si mismo, no un crédito (una deuda) como es ahora (véase El dinero es deuda) lo cual no impedía que con su mecanismo de funcionamiento se dieran créditos (prestamos), aunque durante la edad media estuvo mal visto y fue incluso considerado un pecado (la usura) por la iglesia.
Más allá de consideraciones morales (la usura suponía obtener dinero sólo del dinero, no de algo productivo, y era algo considerado poco moral y por lo tanto no demasiado admisible por los preceptos cristianos, quedando “reservado” a los infieles judíos) había una razón de índole práctico mucho más importante para prohibir o limitar la usura: en un reino medieval alguien prestaba una cantidad P de oro, y al cabo de un tiempo (si todo iba bien) recibía más cantidad de oro, pues recibía esa misma cantidad inicial P y junto con otra I. Si esto se hacía muchas veces y lo hacía muchas personas, la suma de todas esas cantidades I era cada vez más grande y se volvía a usar para prestar a más personas más cantidades P, realimentando el proceso, por lo que esto llevaba a que un grupo relativamente escaso de personas tuviese el control de cada vez más oro (ojo no es sólo que fuesen más ricas, que también, sino que acumulan el oro) y como la cantidad total de oro en el reino era limitada, eso significaba que el control del mismo acababa pasando poco a poco de la tesorería real, es decir de la autoridad de quien gobernaba, a un grupito ajeno a ella, cosa “poco conveniente”.

Después, las cosas empezaron a complicarse. Como muchas otras cosas, el papel moneda lo inventaron los chinos, pero llegó a occidente a finales de la edad media y principios del renacimiento, con las “nota di banco” (que daban el derecho a retirar moneda de un banco) y que serían el origen de los billetes y con las “lettera di cambio” (que eran la promesa de obtener dinero contante y sonante del partícula que las firmaba) y que acabarían siendo el origen de las letras de cambio, muy útiles para pagos internacionales de comerciantes, por ejemplo, ya que se inventaron cuando las ciudades estado y repúblicas italianas empezaban a comerciar con otros países: si eras comerciante y cruzabas toda Europa viajando entre Amberes y Florencia, por poner un ejemplo, el dinero te lo podían robar en cualqueir cmaino oposada y lo perderías todo; pero esto no ocurría si lo que llevabas era una carta con la promesa de convertirla en dinero cuando llegases a Florencia.

El cambio es sutil, pero no determinante: el dinero podía seguir siendo dinero (es decir valor) y no crédito(como es ahora), aunque adoptase la forma de papel moneda: si dicho papel estaba respaldado por el valor del bien (oro, plata, sal,…) no habría problema, de la misma forma que una moneda de un metal sin valor material o poco valioso (latón, hierro, cobre,…) también podía estar respaldada por el valor de un metal precioso.

Sin embargo, casi inmediatamente se produjo otro “avance” de importancia similar o mayor al que tuvo la transición del trueque al uso de dinero: la utilización del crédito (el derecho a recibir en el futuro unos bienes o servicios) como moneda. Y hasta aquí puede que tampoco hubiese habido muchos problemas si las cosas se hubiese mantenido dentro de los límites de lo que se podría llamar el “credito normal”, es decir si en ese derecho a futuro se especifica y determina la cantidad y la calidad del bien a recibir y una fecha de vencimiento. Pero los problemas empiezan cuando falta alguno de esos requisitos y entonces podemos llamarlo “crédito irregular”.

Y eso es lo que ocurre con nuestro dinero hoy en día: los actuales Euros, Dólares, Libras, Yenes… donde no se especifica que bien recibiremos, ni su cantidad, ni su calidad ni en que fecha. Porque esto puede variar y de hecho variará, estando sometido a las fluctuaciones del mercado de divisas y a la especulación. Es decir ya no es sólo que el precio de las cosas varíe, es que varía el precio del dinero en si mismo.

         

Esta ficción de “dinero respaldado” se mantuvo durante mucho tiempo; por ejemplo, como podéis ver en la imagen, hasta finales de los años 70 en los billetes de banco españoles se podía leer “El Banco de España pagará al portador…” Cosa que con las más modernos ya no ocurría.

En concreto el dinero se mantuvo respaldado hasta que, al final de la II Guerra Mundial, tuvo lugar la conferencia de Bretton Woods, en Estados Unidos (por la que se creó el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc.) Allí se acordó que se abandonarían los patrones oro-plata para los sistemas monetarios nacionales, y que el nuevo sistema monetario internacional se basaría en el patrón oro-divisas, de forma que se mantenía fijo el precio de una moneda (el dólar USA) con respecto al oro, y los demás países debían fijar el precio de sus monedas con respecto al dólar. En este sistema se podían cambiar dólares por oro (a ese precio fijo, precio que el gobierno americano se comprometía a mantener) sin restricciones ni limitaciones. Cuando un país tenía déficit, podía cubrirlo bien con reservas internacionales (los países empezaron a guardar sus reservas de oro no sólo en sus instalaciones nacionales (sótanos y cámaras acorazadas), sino también, por comodidad ya que la moneda de referencia era el dólar, en las de los Estados Unidos, en Fort Knox, West Point, y en Nueva York, cerca de Wall Street) o bien con el mecanismo (a la larga perverso y pernicioso) de pedir un préstamo al FMI.

El sistema no llegó a cumplir ni tres décadas de vida y colapsó definitivamente cuando Estados Unidos, para financiar su guerra en Vietnam empezó a enviar al exterior miles de millones de dólares, se endeudó hasta tener déficit por primera vez en el siglo XX y los países europeos empezaron a cambiar dólares (con un valor hinchado artificialmente) por oro o por otras monedas como el marco alemán y exigieron a Estados Unidos la conversión de “sus dólares” (el excedente de sus reservas) en oro. Esto motivó que las reservas de oro depositadas en Fort Knox se redujeran drásticamente y que finalmente, en 1971, Nixon, el presidente de Estados Unidos por aquella época, impidiera las conversiones de dólares en oro y devaluara el valor del dólar. Como resultado se derogó definitivamente la convertibilidad divisas-oro, el valor de todas las monedas nacionales comenzó a fluctuar en el mercado y ninguna moneda, ni siquiera el dólar, volvió a estar respaldada por el valor del oro nunca más. Se inventó el llamado dinero fiduciario.

Repasemos:

Dinero/Original: Cualquier medio de intercambio indirecto (por bienes o servicios) que sustituye al trueque pero representado por un bien (un objeto) presente que es utilizado como moneda.

Dinero/Crédito: Una promesa de obtener un intercambio futuro (por bienes o servicios) claramente determinado y respaldado y que también puede ser utilizado como moneda.

Dinero/Fiduciario: Igual que el anterior, pero no respaldado por nada más que la confianza en quien lo emite, y por lo tanto voluble y variable.


Toda moneda que no sea el dinero original (es decir un bien presente) es crédito. Si esta moneda-crédito es un “crédito normal”, como por ejemplo un billete respaldado por un bien del tipo del oro o un metal precioso, no hay demasiado problema, pero si esta moneda-crédito es “crédito irregular” (que se basa sólo en la fe o confianza en que la entidad emisora cumplirá su promesa de pago, y en ninguna otra cosa) empiezan los problemas. A esto es a lo que se llama dinero fiduciario, y es en lo que se basa actualmete todo nuestro sistema, se llame capitalista, se llame comunista, o se llame de libre mercado, porque en el fondo el sistema actual es monetarista: basado en ese particular concepto del dinero.

Como se ve, mientras que en nuestro fuero interno seguimos teniendo asociado el “Dinero” a su concepto original, en realidad el Dinero, actualmente, es crédito, y por lo tanto deuda, porque un crédito supone para quien lo recibe una deuda que tiene que devolver. Esto causa confusiones con el leguaje y con los conceptos (se hace un mal uso del concepto del dinero) y ocasiona que expresiones de este tipo…
  • Los gobiernos, al emitir moneda, crean dinero de la nada.
  • Los bancos tiene un efecto multiplicador del dinero.
  • Los bancos crean dinero.
…sean completamente ciertas, pues:

1.- Los gobiernos, al emitir moneda, crean deuda, es decir, se endeudan. Crear riqueza de la nada es imposible. Y ¿de donde saca su valor el nuevo dinero así creado? Obtiene su valor de una manera muy simple: del valor total del conjunto de todos los bienes y servicios que existen. Con lo que, al aumentar el conjunto de todo el dinero disponible pero no variar el valor total, el valor de cada unidad monetaria desciende, se devalúa. Ley básica: si la cantidad que hay de alguna cosa aumenta mucho (abundancia), su valor disminuye, pero si la cantidad decrece (escasez), su valor aumenta. Esto también es aplicable para el dinero.

2.- Efectivamente. Si tu y yo tenemos cada uno 1.000 € en billetes de curso legal la cantidad “total” de dinero que hay es de 2.000 €, pero si tu depositas en un banco tus 1.000 €, y a su vez ese banco me los presta a mi, la cantidad total de dinero habrá crecido hasta los 3.000 €, pues tu sigues “teniendo” tus 1.000 €, pero yo “tengo” 2.000 €, los 1.000 que ya tenía más los 1.000 que me ha “dado” el banco.

3.- Al multiplicar el dinero, de forma efectiva el banco ha creado dinero, en el ejemplo anterior ha creado (de la nada) 1.000 €. Dinero que es totalmente idéntico e indistinguible del que puedan crear los gobiernos.


En la práctica es algo más complicado, pues por un lado el banco está obligado por ley a mantener como reservas líquidas, una parte de dicho dinero, una parte de sus depósitos (es lo que se llama coeficiente de caja). Es decir, el banco no puede re-prestar todos sus depósitos. Sin embargo este porcentaje aunque depende del país y de las circunstancias es muy bajo: aunque en algunos países se acerca al 20%, realmente por ejemplo en la economía europea ronda el 2% para depósitos a menos de dos años, y es del 0% para depósitos a mayores plazos con preaviso de retirada. Pero seamos muy optimistas y digamos que es un 10% para simplificar, con lo que realmente el banco no podría crear 1.000 €, sólo podría crear 900€.
Pero por otro lado cuando tu llevas tu dinero al banco este te promete pagarte un interés por él, digamos del 1%, con lo cual ya se han creado de la nada otros 10€ (es dinero, distinto de os 1.000 iniciales, que el banco te dará a ti) y para prestarme los 900 € a mi, el banco me exigió que le pagara un interés, por supuesto mayor que el que te paga a ti: de eso viven los bancos, de la diferencia. Pongamos un 5%, por lo tanto, ya se han creado de la nada otros 45 €. Al final tus 1.000 € habrían originado otros 945 € (si suponemos que 10 de mis 45 euros de interés son los que te van a pagar a tí, luego no hay que contarlos dos veces).

Pero además, el proceso por el que el banco creó los 900 € pueden repetirse una y otra vez, siempre que se respete el coeficiente de caja. ¿Cómo? Normalmente la gente no pide un crédito para tener el dinero en casa, guardadito y a buen recaudo, sino para gastarlo en algo, es decir para pagar algo, es decir, suele acabar en otro banco. Por ejemplo los 900€ que me prestó a mi los puedo usar para pagar un coche (de segunda mano y muy modesto, con suerte) pero esos 900 € acaban en otro banco, bien en el del dueño anterior del coche, bien en el mío porque me lo está financiando el banco, nuevamente habrá disponibles otros 900 € en depósitos, que a su vez generarán 810 nuevos euros cuando sean re-prestados (el banco tendrá que mantener el 10% en reservas líquidas, es decir, 90 €) y a su vez esos 810 generarán otros 729 € (con 81€ de reservas) y así sucesivamente.
Teóricamente, y si nadie se quedase con nada en metálico, los bancos podrían llegar a multiplicar por 10 (o más cuanto más pequeño sea el coeficiente de caja) tus 1.000 € iniciales, y eso sólo de capital principal, sin contar los intereses: eso es de verdad la multiplicación de los panes y los peces, y no lo que hizo Jesús. O visto de otra manera: esta es realmente la máquina de hacer dinero en nuestro sistema.

En realidad es algo menos, porque siempre hay algún dinero que sale del sistema (siempre hay algún “avaricioso” que se lo queda) pero no mucho. Se calcula que en Europa, en la zona euro, la cantidad de dinero en manos del público, con respecto al total de los depósitos bancarios es sólo del 10%.

Pero en cualquier caso, esa posibilidad de crear dinero, es una facultad muy poderosa que los ciudadanos (o mejor dicho los gobiernos) han concedido a los bancos. Y es en gran parte el cáncer que devora a nuestro sistema y el origen de muchos de sus (nuestros) problemas. Pensad en ello. Cómo cedimos ese poder daría para mucho, pero os daré una pista: si los banqueros más poderosos son capaces de influenciar de alguna manera a los gobernantes elegidos, que son los que hacen las leyes, para que las modifiquen y eso les permita hacerlo legalmente... Como dice la famosa frase atribuida al banquero del siglo XIX y patriarca de la saga de banqueros Rothschild:

'Dadme el control de la moneda de un país y no me importará quién hace las leyes'. Volviendo a la pregunta inicial ¿cuánto dinero hay en total? Obviamente la respuesta sólo puede ser una estimación. Se calculaba que a finales de 2010, sumando la cantidad total de moneda en circulación (dólares, euros, yenes, etc…) había el equivalente a unos 5.000.000.000.000.000 $, es decir cinco mil billones de dólares (téngase en cuenta que para los anglosajones 1 billion son 1000 millons y no 1 millón de millones, como para nosotros). Y creciendo: de hecho en 2002 había sólo 2 mil billones y en 1990 sólo mil billones.




Pero esto es sólo la moneda en circulación. Así pues para poder responder a la pregunta inicial de ¿Cuánto dinero hay en el mundo (en total)? Lo primero sería definir que estás entendiendo por “dinero”. Los sesudos señores que se dedican a estudiar estas cosas, se refeieren a ellas con nombres como Base Monetaria y Agregados Monetarios (M0, MB, M1, M2, M3,…).
Simplificando mucho (si hay algún economista en la sala, que me perdone) la cosa va más o menos así:

Si nos estamos refiriendo al total de dinero en circulación en forma de monedas y billetes de curso legal, le llaman M0. Si además añadimos el dinero físico depositado en las cajas fuertes de los bancos, y las reservas mínimas de los bancos centrales le llaman MB (base monetaria).
A partir de aquí la cosa se complica. Si además del dinero físico contamos también los depósitos a la vista, cheques de viaje, y todos los demás apuntes en cuentas corrientes con una liquidez inmediata, es decir, cosas que son “casi como el dinero”, le llaman M1 o Narrow (estrecho) Money.
Cuando a M1 le añades también los depósitos que puedes recuperar de forma menos fácil e inmediata, pero todavía con cierta liquidez: depósitos a plazo no demasiado largo (normalmente menos de 2 años) y los depósitos en los que tienes el dinero disponible con un preaviso, (normalmente de 3 meses), etc esta cantidad lógicamente es mayor y la llaman M2.
Cuando a M2 añades además otras cosas como los depósitos a largo plazo, las participaciones en fondos del mercado monetario, los valores (no acciones) con una vida inferior a dos años, etc obtienes lo que llaman M3 oWide (amplio) Money.

Y así sucesivamente, añadiendo “productos” (que nombre tan poco apropiado ¿verdad?) y derivados cada vez más virtuales complejos y con menos liquidez, vas obteniendo valores a los que llaman M4, M5, M6 o M7.

De esta forma si tienes, por ejemplo, 1000€ en billetes, este es dinero M0, y mientras pagues con él en efectivo aunque este cambie de manos (no siga en tu poder) seguirá siendo M0, aunque extiendas un cheque, mientras el cheque no sea cobrado, seguirá siendo M0. A no ser que destruyas físicamente los billetes (entonces decrementarás el total M0, de la misma forma que si se imprimen más billetes se incrementará). Pero si los depositas en tu cuenta corriente, acabas de crear 1000€ de dinero M1 (son los mismos) y ahora los 1000€ son dinero a la vez de los tipos M0 y M1.
Si el banco me presta a mi 900€ (suponiendo que tenga que quedarse un 10% en reserva por el coeficiente de caja) acaba de crear de la nada 900 € de dinero M1, con lo que ahora M0 son 1000€, pero M1 son 1900€.
Si yo deposito los 900€ en mi banco, este deberá reservar 90 y podrá usar los restantes 810 para prestarlos: acaban de crearse otros 810€ de dinero M1, luego ahora M0 sigue siendo 1000€, pero M1 ya va por 2710€.

Y así sucesivamente…

Con este concepto de “dinero”, las cifras se disparan: para finales de 2009 se estimaba que el total M3 era equivalente a más de sesenta mil billones de dólares (un 6 con 16 ceros detrás), y nuevamente creciente en el tiempo (la mitad de esta cantidad en 2002, la cuarta parte en 1990, etc…). Lógicamente, como ya dije son sólo estimaciones.




Así que en lugar de ¿Cuánto dinero hay en el mundo? una pregunta más interesante sería ¿Qué porcentaje de este dinero es realmente dinero físico? Algunos estiman que en el mundo sólo el 1% del dinero circulante es papel-moneda, el 11% sería dinero bancario (en forma de apuntes en una cuenta o de tarjetas de crédito) y el 82% restante dinero financiero (deuda titularizada, hipotecas, acciones, y demás “productos derivados”).

O sea, sólo un 1%, aunque en otras estimaciones, más optimistas, llegan al 3%; el resto es simplemente nada, thin air, como dicen los ingleses. Y además recuerda, ese 1% de papel moneda también es nada, no está respaldado por nada, es sólo la promesa de pago por parte de la entidad emisora, y vale sólo la confianza que la gente tenga en esa entidad.


Como podéis ver, vivimos sólo una ilusión, todo nuestro sistema económico actual (el sistema monetarista) es una gran burbuja de aire.

Fuente: Seldon

No hay comentarios:

Publicar un comentario