La unidad estructural y funcional del cerebro es la neurona, un tipo de célula, de morfología dendrítica, compuesta por un cuerpo o soma, y dos tipos de prolongaciones llamadas dendritas o axones, que se diferencian por su capacidad de generar y transmitir impulsos eléctricos a otras células del mismo tipo, mediante contactos intracelulares llamados sinapsis.
Generalmente, las sinapsis son axodendríticas, es decir, se dan entre una dendrita de la neurona emisora y el axón de la receptora. No obstante, hay otros tipos como las neuromusculares, las axosomáticas o las axoaxónicas.
El denominado impulso nervioso se crea a partir de una despolarización de la membrana plasmática, causada por un estímulo que se transmite en forma de potencial de acción. En las sinápsis químicas, una neurona presináptica (emisora) comunica con otra postsináptica (receptora) mediante pequeñas vesículas repletas de neurotransmisores químicos sin que se establezca un contacto físico entre las dos células.
En este tipo de contactos, se adquiere un equilibro químico fácilmente perturbable por algunas substancias como el tetrahidrocanabinol (THC) o la cafeína, que son capaces de traspasar la barrera hematoencefálica, substancias que podemos englobar bajo el término “drogas”.
Uno de estos productos es el etanol, una substancia capaz de estimular el sistema gabaèrgico o GABA del cerebro, constituida por un neurotransmisor homónimo que deshinibe la actividad neuronal. El alcohol actúa adhiriéndose a los receptores de este neurotransmisor, causando que la unión sea más duradera y que, en consecuencia, aumente el efecto relajante del mismo.
Se ha descubierto que el agregado de ácidos grasos que se forma cuando ingerimos etanol, tapona las sinapsis glutamatérgicas (de glutamato) en zonas muy concretas del cerebro como el hipocampo, centro del aprendizaje y la memoria. Los efectos euforizantes de esta droga se pueden atribuir al desequilibrio que se da en las hormonas dopamina y serotonina.
Otras drogas como la nicotina emulan la acción del neurotransmisor acetilcolina. La pérdida del equilibrio colinérgico sumada a la capacidad de esta droga para mantenerse activa durante cierto tiempo en el espacio sináptico, producen sensaciones de placer y euforia.
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