En algunas regiones de España, mojo es una interjección utilizada
para llamar al gato, tan arraigada que muchos la usan para nombrar al
felino, como si fuera un sinónimo.
Con el tiempo, esta doble denotación dio lugar a mojigato, que se
usa para aludir a la persona que tiene dos caras, mostrando en su
carácter dos rasgos opuestos del gato doméstico o que, al menos, se le
suelen atribuir: por un lado, el animal es suave, modoso y temeroso, y
por otro, taimado y traicionero, capaz de atacar cuando nadie lo espera.
Fuente: Ricardo Soca.
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