El hecho de que tenemos la capacidad de oír por medio de la conducción de sonido a través del cráneo juega un papel muy importante en el proceso de hablar. Para entender este fenómeno veamos con algún detalle cómo hablamos.
Cuerdas vocales |
Cuando al hablar emitimos un sonido nuestros pulmones expelen aire a través de la laringe. Esta ráfaga de aire incide sobre las cuerdas vocales, que tienen cierto parecido con el conjunto de cuerdas de un instrumento musical como el piano o el violín. El aire que llega a las cuerdas las excita, hace que éstas empiecen a vibrar y emitir sonidos con ciertas frecuencias características. Dos cuerdas distintas emiten conjuntos distintos de frecuencias. Sin embargo, no todas las ondas llegan a cruzar la boca. En efecto, las ondas se encuentran con ciertas posiciones de la boca y de la lengua que hacen que solamente aquellas que tengan ciertas frecuencias estén en resonancia, logren sobrevivir y salir al exterior. Las otras ondas, que no están en resonancia con la configuración de la boca y lengua, se disipan. De esta manera, por medio del cambio de la configuración de la boca y lengua tenemos la capacidad de emitir sonidos de distintas frecuencias. Así, por ejemplo, la i como la de "tinta", es un sonido de alta frecuencia o sea de tono agudo. Nótese que al producir este sonido dejamos la boca con una abertura pequeña y con la lengua cerramos más la abertura. De esta forma, la longitud de la abertura es muy pequeña y la frecuencia que deja pasar es alta. Recuérdese que la relación entre frecuencia y longitud de la abertura es inversamente proporcional una a la otra: mientras más pequeña sea la abertura mayor será la frecuencia e inversamente. Cuando producimos la letra a abrimos mucho la boca y bajamos la lengua. Así se logra que la abertura efectiva tenga una longitud grande y por tanto, la frecuencia que deja pasar es pequeña; es decir, su tono es grave.
Cuando las cuerdas vocales empiezan a vibrar, emiten el sonido a través de la boca al exterior. Este sonido emitido por la boca lo podemos oír cuando llega a nuestros oídos. Sin embargo, al mismo tiempo ocurre otro fenómeno: las vibraciones de las cuerdas vocales también hacen que nuestro cuerpo vibre, en particular empieza a vibrar la quijada. Estas últimas vibraciones se transmiten por medio de los huesos al oído interior. En consecuencia, cuando hablamos oímos los sonidos que producimos de dos maneras distintas: por conducción a través de los huesos y por conducción a través del aire. Una persona que nos esté oyendo hablar solamente oirá sonidos que se propaguen por el aire.
Cuando los sonidos producidos por nosotros se propagan a través del aire resulta que algunas de las componentes de baja frecuencia que contienen se pierden. Recordemos que cuando cualquier instrumento o sistema mecánico como nuestras cuerdas vocales empieza a vibrar, emite ondas no solamente con una frecuencia, la fundamental, sino que también produce ondas con frecuencias que son sobretonos de la fundamental. En consecuencia, cualquier sonido contiene un número de frecuencias, desde bajo valor hasta alto valor. Son algunas de las frecuencias de bajo valor las que se pierden en la conducción por el aire. Sin embargo, estas componentes de baja frecuencia no se pierden en la conducción a través de los huesos. Por lo tanto, al oírnos hablar percibimos estas últimas componentes que nos dan la sensación de un habla de tono grave, muy poderosa y dinámica. Cuando escuchamos una grabación de nosotros mismos, oímos que hablamos de manera muy "chillona". Esto se debe a que la reproducción no contiene algunas componentes de baja frecuencia ya que se logró por medio de propagación a través del aire. En la grabación hay preponderancia de altas frecuencias que dan la sensación de un tono más agudo.
De igual modo, pero a la inversa, sucede cuando al hablar nos taponamos los oídos; entonces nuestra voz nos parece aún más grave y lejana porque dejamos de percibir el sonido que emiten nuestras propias cuerdas vocales y sólo percibimos las bajas frecuencias que se transmiten a través de los huesos del cráneo.
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