jueves, 3 de octubre de 2024

La función de onda de las partículas; todas las historias posibles.

 


Todo lo que somos capaces de conocer a través de nuestros sentidos es producto de las manifestaciones de las llamadas partículas elementales que, a modo de piezas de Lego,  aparecen y desparecen enlazándose unas a otras e interactuando con ellas mismas y con nuestras neuronas dando así forma a la realidad que percibimos en nuestros cerebros.

Dichas partículas podrían estar formadas por minúsculos corpúsculos; madejas de cuerdas de energía radiante difusas y vibrantes que oscilan en el seno de seis o más dimensiones a distintas frecuencias, entrelazándose difuminadas e inciertas en forma de bariones y ubicadas en los nudos tridimensionales del rígido tejido espaciotemporal que conforma el universo.

Bohr, de la Escuela de Copenhague, postulaba que las partículas, esas ondas difusas de ubicación indeterminada, colapsan y definen su posición concreta de forma instantánea al ser observadas (medidas con algún instrumento o iluminadas con algún tipo de luz). 

Einstein, sin embargo, en total desacuerdo con Bohr, mantenía que esa afirmación era fruto del desconocimiento que se tenía (y aún hoy se tiene en gran medida) sobre aspectos ocultos de la mecánica cuántica todavía por descubrir; sus famosas variables ocultas.

La ciencia actual demuestra que Einstein erraba en dicha afirmación, y también que Bohr estaba equivocado al respecto pues: ni parece haber variables ocultas, ni la función de onda de las partículas colapsa de forma instantánea. 

Al parecer Everett se aproximaba más a la realidad (si es que esta existe) argumentando que la función de onda de las partículas (definida por Schrödinger en su famosa ecuación) contiene todas las formas de colapso posibles, todas las historias distintas y plausibles de la realidad (en palabras de Feynman) que, por cierto, son infinitas. Y solo tras la medida se comienza a definir lentamente la ubicación aproximada, conformando un solo estado entre todos los estados posibles. 

Algo así como sucede con el conjunto infinito de los números. Están todos ahí, sabemos que existen todos y cada uno de ellos desde cero hacia arriba y desde cero hacia abajo, pero si miramos el conjunto de todos ellos intentando verlos todos no vemos ninguno en concreto, y por eso se nos muestra como un todo indefinido y borroso. Solo al observar más finamente en un lugar concreto y muy definido de la infinita sucesión de números, uno de ellos se define, se muestra y se hace real para el observador que realiza la medida; es cuando decimos que, a modo de como sucede en el mundo de las partículas subatómcas, colapsa ese número y se muestra sobre todos los demás.

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