lunes, 9 de marzo de 2015

Arte, Cultura... y la egolatría de los artífices del cine moderno.

Cultura, según explica el D.R.A.E. en su acepción primera, significa “cultivo”, o “crianza”, acción que hace alusión explícita a la segunda, en la que la define como “instrucción intelectual que una persona ha de llevar a cabo para adquirir el conjunto de conocimientos que le permitirán desarrollar su juicio crítico”. A continuación declara también que: “cultura es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”

De tales definiciones podemos colegir que:

En primer lugar. Cultura es la continua labor de formación que una persona debe llevar a cabo para llegar a poseer el mayor grado posible de conocimiento sobre el piélago de hechos acaecidos en el universo a través del tiempo, conocimiento que, según sea más o menos extenso, amplio, fidedigno y profundo, capacitará a su poseedor en mayor o menor grado para, gracias a esa sabiduría adquirida, ser capaz de analizar, comprender y enjuiciar la realidad de manera objetiva y coherente. Abarcando, dicho conocimiento, desde el suceso más nimio al más complejo y desde el más antiguo al más moderno que el hombre es capaz de explicar y/o demostrar y que ha sido transmitido (mediante gestos, en los albores de la humanidad; o a través de sonidos y fonemas, después; o con palabras escritas, más recientemente) de generación en generación, y que constituye el compendio universal de disciplinas, académicas y no académicas, que abarcan todo el saber sobre ciencias, letras y humanidades.


En segundo lugar, se presenta a la cultura, no ya como tarea ardua y continua que el hombre ha de llevar a cabo durante su existencia para adquirir conocimientos, sino como un conglomerado de prácticas atávicas, tradiciones locales y costumbres (ancestrales y modernas) que constituyen, en su conjunto, la idiosincrasia de un pueblo o colectividad, su modo de vida, su catálogo de conocimientos, y el nivel de desarrollo artístico, industrial, etc., alcanzado por dicha comunidad en las sucesivas épocas de su existencia.

Por otro lado, el D.R.A.E. (además de como utensilio de pesca y otras acepciones locales o desusadas) define el concepto de arte como “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”. Y amplía dicha definición determinándolo, de manera más normalizada, como el “conjunto de preceptos y reglas necesarias para hacer bien algo”. Por último, declara también que, arte es “maña o astucia” y, por extensión, “disposición personal de alguien (buen, o mal arte)”.

De lo declarado anteriormente puede inferirse que cultura y arte son dos conceptos diferentes. Aunque en la segunda definición que da el D.R.A.E. de cultura se halle englobado el arte, como conocimiento imprescindible objeto de aquella. Y a pesar de ser dos conceptos distintos, como decimos, a menudo se confunden como si fueran la misma cosa.

Entonces, si cultura es todo aquello que nos acerca a cualquier aspecto del saber universal a través del conocimiento, o  cualquier medio capaz de mostrarnos los entresijos de las prácticas, tradiciones y costumbres de los pueblos, sus formas de vida, sus conocimientos y sus manifestaciones artísticas desde que existe la humanidad sobre la Tierra ¿se pueden considerar cultura todas las manifestaciones artísticas de las Bellas Artes: Escultura, Pintura, Música, Danza, Literatura, Teatro y Cine?

En cuanto a pintura, escultura y música, cabe la duda razonable, aunque desde luego infundada, sobre ciertas manifestaciones modernas, más o menos incomprensibles, e incluso inaceptables para algunas personas.
Por ejemplo si contemplamos una escultura cualquiera de Mariano Benlliure, como la que exponemos a continuación.

Conjunto escultórico de carácter funerario, erigido a la memoria del torero José Gómez Ortega.
Esto es arte, sin duda, y es cultura también, pues muestra formas de vida y tradiciones a través de sus personajes y de la escena representada en la obra.

Pero, veamos ahora una obra de Chillida


¿Es Cultura?... si, sin duda.

En pintura sucede algo parecido. Una obra de Velázquez, en este caso Las Meninas... 


Es Arte, con mayúsculas,... y es Cultura… cómo no.

Pero ¿y esta obra del notable artista Gastón Covarrubias? es arte, sí, pero... ¿ es Cultura?...


Debe serlo, por supuesto.

Respecto a la música, toda ella es arte, claro y es Cultura, faltaría más, escuchad si no, como muestra al azar, esta preciosa obra de Manolo Sanlucar...



Y ahora comparadla con esta otra...


¿Es esto último cultura?... quizás lo sea.

Respecto a la Danza, en todas sus variantes, y a la Literatura, sea cual sea el género, podemos afirmar que si, que ambas son Arte, siempre. Sin discusión.

El teatro también es cultura, pues en todos los pueblos y civilizaciones, a lo largo del tiempo, ha servido, y sirve, para difundir y dar a conocer las incontables obras literarias haciéndolas llegar a infinidad de personas, que por no saber, no querer, o no poder leer, si no hubiese sido por los actores del directo, los llamados en otra época cómicos, no habrían podido tener acceso a ellas.

Pero... ¿y respecto al cine?... ¿podemos asegurar que el Cine es cultura en todos los casos? 

Hay muchísimas películas que pueden ser consideradas culturales, por supuesto que sí, son las películas costumbristas, las históricas, las que versan sobre hechos científicos, las películas divulgativas, algunas comedias y dramas... y un largo etcétera. Pero, desde luego, existen también otras muchas que no deberían ser consideradas como tales, porque no culturizan, y algunas de ellas ni siquiera deberían ser consideradas artísticas. Nos referimos, claro está, a las películas pornográficas, e incluso a otras muchas, que se proyectan a diario en cines, o se difunden en las televisiones del mundo, películas que, sin ser explícitamente pornográficas, tienen un único trasfondo anodino y vulgar, basado en historias absurdas, sin ningún contenido intelectual, ético o moral que pueda ser considerado de interés cultural. Y que, por ende versan siempre, o se desarrollan únicamente en torno a escenas de sexo y/o violencia. 
Debe ser que las películas que se prodigan en escenas de cama, o de fechorías, son las que producen más dinero... y las culturales no tanto. 
O quizás sea porque la modernidad lo exige así. Pero, al menos para mí, el estar sentado en el sofá de tu casa, o en una sala de cine, visionando con tus hij@s niños, o adolescentes, una película cualquiera, una del montón, de las que califican como "toleradas" y tener que contemplar cómo el director y los actores se prodigan en escenas inconsecuentes con la historia, invirtiendo un veinte por ciento del tiempo que dura la película en supuestas y majestuosas manifestaciones culturales que (ellos deben de suponer) emanan de una pareja que no para de "solazarse en horizontal" (como decía un inteligente y eufemístico actor del siglo pasado) es, debe ser para ellos, lo "máximo" en divulgación cultural. 

Por supuesto cualquier película tiene todo el derecho a ser considerada manifestación artística, aunque solo cuente con escenas de retoce y despelote, pero no todas las películas son cultura. Ni los actores cinematográficos son vehículos de culturización, por mucho que ellos se empeñen en hacernos creer que si lo son, reivindicándolo en los medios de comunicación.

Me parece desproporcionado el hecho de que una gran mayoría de actores de cine, a los que la gente va a ver por sus desnudos, ordinarieces o aspavientos eróticos, se jacten, o alardeen, de ser promotores y divulgadores de la cultura a través del arte del cine. No todos pueden, o deberían hacerlo.

Si os dais cuenta, escritores y poetas, músicos y cantantes, pintores, escultores, bailarines y danzantes o bailaores,... todos ellos artistas, cuando aluden a sus ejecuciones, o creaciones, hablan de Arte. 
En cambio, los actores de cine no mientan el Arte, como no sea para apostillar aquello de "séptimo", para reivindicar su reciente adscripción al catálogo de las Bellas idem, o quizás para asentar su cátedra y pertenencia a ellas. 
No, ellos siempre, en todas y cada una de las ocasiones en las que alardean al recibir premios y galardones (otorgados entre  ellos mismos la mayoría de las veces) se refieren a su disciplina, no como a arte, sino siempre como CULTURA. 
En todas sus exhibiciones públicas, en galas y certámenes, en cualquier ocasión, mientras lucen sus mejores galas y se pavonean sobre alfombras rojas de terciopelo, se proclaman indefectiblemente adalides de la cultura. 
Debe de ser porque para el arte, en general, no hay subvenciones millonarias, y para la cultura, que son ellos, ellos y solamente ellos, al parecer sí.

En resumidas cuentas, en el mundo cultural sucede que, como reza este famoso retruécano, «no son todos los que están ni están todos los que son». O, como decía Quevedo «hay muchos que siendo pobres merecen ser ricos, y los hay que siendo ricos merecen ser pobres», y en el cine moderno ocurre tres cuartos de lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario